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¿El fin de las ideologías?
Noticia publicada a
las 01:32 am 14/05/25
Por: Ricardo Homs.
Acaba de darse a conocer que Morena ha firmado un acuerdo de cooperación con el Partido Comunista Cubano en la Habana. Miguel Díaz Canel, Presidente de Cuba y del partido en el poder, y Morena, partido representado por Carolina Rangel Gracida, secretaria general del partido fundado por López Obrador, fueron los firmantes del documento.
Ahora al enterarnos de la visita de la señora Beatriz Gutiérrez Müller al consulado de España para tramitar su nacionalidad ibérica, nos surge la inquietud… ¿no sería más congruente solicitar la cubana, venezolana o nicaragüense?
Después de proclamar junto con su esposo su visión socialista y pretender importarla a México, ¿por qué no buscar la nacionalidad de un país donde se vive según los valores de esa visión ideológica que tanto promueve?
Como ciudadana mexicana ella tiene todo el derecho de seleccionar la nacionalidad que le venga en gana. Sin embargo, dado el protagonismo público que ha ejercido -y desde el más alto nivel político-, tiene un compromiso de congruencia con los mexicanos.
“Es fácil ser comunista en un país libre y difícil ser libre en un país comunista” dice Agustín Etchebarne, argentino que dirige la Fundación Libertad y Progreso.
El tema de la ideología inquieta a muchos sectores de la clase media mexicana que todavía creen que la ideología socialista mueve a la 4T.
Sin embargo, los hechos nos muestran que la ideología -en tiempos actuales y en nuestro país-, es una simple etiqueta política con el mismo valor que manifestarse como seguidor del América, Chivas o los Pumas de la UNAM y portar su camiseta.
Al mexicano ni le interesan las ideologías, ni las identifica… sólo unos cuantos metidos en la actividad política creen en ellas.
Las ideologías actualmente son etiquetas que se pueden cambiar simplemente con mudar de partido político, como ha sucedido con la mayoría de los protagonistas de nuestra política, que no sólo cambian de militancia partidista al menor conflicto, sino de ideología, y terminan defendiendo las ideas que antes combatían con vehemencia.
En resumen… el mexicano es pragmático y no lo mueven las ideologías, sino las acciones y las promesas muy concretas que le generan un beneficio tangible.
Por ello el mexicano es laxo en el tema de valores morales, pues lo mismo va al templo y participa en actividades religiosas, que actúa sin ética cuando le conviene a sus intereses económicos.
Por tanto, en el contexto actual la competencia política no es ideológica. Las ambiciones personales y de grupo florecen lo mismo en la derecha que en la izquierda. Aunque en la derecha se convierten en una motivación para el trabajo y el desarrollo, en la izquierda las ambiciones se canalizan hacia la simulación del beneficio social, para ocultar el latrocinio que significa pretender quitar al que tiene un patrimonio legítimo, para repartirlo entre otros.
Sin embargo, bajo el influjo de la competencia política que trae aparejada la democracia vemos que se ha estimulado un nuevo fenómeno político denominado “populismo”, que se manifiesta en la pretensión de manipular el voto ciudadano para apoderarse del poder.
Lo más grave es que los populismos -sustentados en las simples ambiciones humanas- pueden surgir de la izquierda, pero también de la derecha y todo ello impacta las libertades ciudadanas.
El populismo tiene como motor la narrativa y la demagogia, para manipular las emociones humanas y las necesidades y expectativas colectivas.
El tema hoy no son las ideologías, sino el populismo y su impacto en las libertades.
El populismo representa el lado oscuro de la democracia, pues en los últimos tiempos hasta las dictaduras llegan con el aval del voto ciudadano, ejercido al amparo de votaciones totalmente democráticas. Así sucedió en Venezuela con la llegada de Hugo Chávez, por ejemplo.
Debemos romper paradigmas ideológicos, que hoy no son más que etiquetas mercadológicas. El verdadero riesgo surge del populismo, del color que sea. El mundo se mueve por ambiciones humanas y no por ideologías.
¿A usted qué le parece?