Lo que en un principio para muchas personas podría haber parecido una innovación menor, ha demostrado ser un pilar fundamental en la relación entre el gobierno y la ciudadanía, cambiando la forma en que entendemos tanto la política como la comunicación pública en México.
Hoy, más que un ejercicio de información, las "mañaneras" se han convertido en un espacio que incide profundamente en la democracia, tanto en forma como en contenido.
Para entender el impacto de este ejercicio, es necesario mirar atrás, a cómo se comunicaba el gobierno de México antes de la Cuarta Transformación. Recordemos cómo la comunicación gubernamental estaba controlada por una élite política que hacía de la opacidad y el hermetismo su sello.
Los presidentes emanados del PRI y del PAN mantenían una enorme distancia con la población. El presidente rara vez se mostraba ante la gente; sus intervenciones eran limitadas a comunicados de prensa cuidadosamente elaborados por asesores, y su contacto con los medios era selectivo, gestionado por las oficinas de comunicación.
Esta comunicación, centralizada y dirigida, resultaba en una información filtrada y a menudo manipulada a través de los intereses de grandes medios tradicionales: la televisión, algunos periódicos y revistas de influencia.
Las conferencias matutinas, por el contrario, han roto con esa lógica. Desde el inicio, tanto el Presidente Andrés Manuel López Obrador como la actual Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo han abierto un canal directo con los mexicanos, sin intermediarios, sin filtros, sin los distorsionadores de la agenda mediática tradicional.
Durante estos seis años, Andrés Manuel López Obrador se consolidó como la principal agenda setter de la política mexicana. A través de las mañaneras, estableció diariamente los temas que dominarían la discusión pública, guiando el debate político y social del país. Este espacio le permitió no solo comunicar sus decisiones, sino también influir de manera decisiva en la agenda mediática y política nacional.
Esta cercanía ha hecho posible que los mandatarios se dirijan diariamente, sin reservas, a millones de personas, compartiendo información relevante, explicando decisiones de gobierno y, a la vez, sometiendo esas decisiones a un escrutinio constante. Las "mañaneras" se han convertido en un espacio de rendición de cuentas y de interacción directa con la sociedad, donde las preguntas, las dudas y las inquietudes de los ciudadanos tienen cabida. Este es un cambio radical con respecto a las formas anteriores de comunicación política, donde la voz del pueblo era sistemáticamente silenciada o distorsionada.
Una de las características más destacadas de este ejercicio es la apertura y la interacción. Durante la pandemia de COVID-19, las conferencias vespertinas del gobierno se convirtieron en un referente de transparencia y responsabilidad compartida. No solo se ofrecían cifras de contagios y fallecimientos, sino que el gobierno también hacía un llamado constante a la responsabilidad colectiva, con frases como "Vamos a aplanar juntos la curva" ¿se acuerdan? Esta comunicación no solo era informativa, sino también pedagógica y motivacional, con un enfoque claro en la necesidad de unidad frente a una crisis de salud internacional. Este tipo de comunicación constante y directa fue clave para el manejo de la pandemia y para fomentar el sentido de corresponsabilidad en la ciudadanía.
Es cierto que muchos han criticado las mañaneras, argumentando que en ocasiones se convierten en espacios de confrontación y polarización. Sin embargo, esta misma apertura ha permitido una mayor pluralidad y una democratización del discurso político. En estos seis años, la conferencia matutina ha marcado la agenda mediática de manera indiscutible. Los periodistas, tanto en el ámbito político como en el mediático, tienen la oportunidad de cuestionar al gobierno de manera presencial, como lo han hecho personajes como Jorge Ramos, Denisse Dresser o la misma Reyna Haydee. Además, los líderes políticos de oposición, como el Presidente del PAN, han participado en las discusiones respondiendo a través de medios a los señalamientos y críticas a sus decisiones, contribuyendo así a un constante escrutinio público.
El mensaje que emana de las conferencias matutinas es claro y disruptivo: la política debe estar al servicio del pueblo. Este mensaje ha implicado una ruptura con la política de élite que caracterizó a gobiernos anteriores, y que mantenía la información pública bajo el control de unos pocos. Hoy, la autenticidad, la cercanía y la transparencia de las mañaneras han contribuido a construir una nueva forma de hacer política, donde la voz del pueblo tiene un lugar central.
Este ejercicio es solo una parte de la reconfiguración más amplia de la comunicación que ha traído consigo la Cuarta Transformación. Habría que hablar también de las asambleas informativas, las consultas populares y otros mecanismos que han fortalecido esta nueva forma de comunicación política. Pero sin duda alguna, la conferencia matutina ha sido fundamental en la construcción de una democracia más inclusiva, participativa y, sobre todo, más humana. Un proceso que ha logrado sacar la comunicación política que se encontraba restringida por las limitaciones de la información controlada y darle al pueblo quizá su más importante instrumento de poder.
POR CAMILA MARTÍNEZ GUTIÉRREZ
Secretaria de Comunicación, Difusión y Propaganda de Morena
@SoyCamMartinez
Fuente: HERALDO DE MEXICO.
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