Noticia publicada a las 01:08 am 05/12/24

Por: Rogelio Martínez Huerta.

Leo decenas de columnistas, articulistas, reporteros y colaboradores políticos que, por una extraña inspiración, sienten la necesidad de hacer uso de lo que permite la Carta Magna en sus artículos 6º. Y 7º y que es la libertad de expresión y crítica.
Algunos columnistas son de excepción, porque señalan, acusan exhiben y muestran la terrible corrupción política que hay en los municipios, estados y en la república.

El problema está en que por un lado viaja la política corrupta con doble lenguaje y por el otro, el columnista que señala y critica los actos de gobierno que, ni resuelven y menos construyen un país mejor, porque el 97 por ciento de los politicastros van por el gran billete, como sucedió en los Estados del centro de la República, cuyos gobernadores van a ser insertados en puestos públicos que la Sra. Claudia Sheimbao Pardo les va a otorgar por alguna razón poderosa que el pueblo desconoce, y la prensa se imagina. Muy independientemente de que algunos periodistas saben y señalan como premio a un fraude electorero del año pasado y cuyos resultados se vieron el 2 de junio.
En los últimos cinco sexenios se hicieron millonarios decenas de “periodistas”, que para justificar su riqueza se convirtieron en “publicistas”, evadiendo los pagos que, por abajo, recibieron de los gobiernos federales, estatales y municipales.
Lo grave para ellos fue que la llegada al poder de López Obrador, los dejó desprotegidos de las prebendas y se treparon al carro de los empresarios que, pagaron con lo que avaden al fisco, las canonjías para intentar (sin lograrlo), desbaratar, eso que torpemente llaman la 4 T. Misma que solo es la forma de engañar a la gente que confía en Andrés Manuel y que trepó al poder a la C. Claudia Sheimbao en donde la falta de experiencia política la señala como no apta para buscar soluciones a la gran problemática que enfrenta el pueblo de México en cuestiones de empleos, salud, educación, medicamentos, seguridad, falta de viviendas, de aulas escolares, plazas para maestros en las áreas rurales y sobre todo, lucha en contra de la corrupción que los gobernadores salientes pusieron en práctica, haciéndose ricos a más no poder como sucedió en Morelos, Puebla, Veracruz Etc.
Ante estas circunstancias, muchos se preguntan ¿Para qué sirve la prensa cuya corrupción es ostensible, porque algunos dueños de periódicos no solo tienen dinero de los erarios, sino empresas que comparten la propiedad con políticos de los diversos estados que alquilan el nombre de sus cómplices, como sucedió recientemente en los Estados que estrenaron gobernadores ineptos, que designó AMLO desde su rancho a fin de seguir manejando el poder desde atrás de la “silla del águila” que como animal de carroña solo se utiliza para engañar todos y enriquecer a quienes llegan a la “sociedad anónima”, que resultan los grupos de poder, como esos que integran la cúspide política de la “Cuarta transformación”.
Como puede ver lector, la “prensa” ya no sirve y muchos menos la prensa izquierdosa que cobra favorablemente, mientras los antiguos mercenarios, disfrutan sus millones, sirviendo a la derecha y la ultraderecha, a fin de acabar lo más pronto posible con los gobiernos que, simulando ser de izquierda, han fortalecido su presencia en varios países de América Latina. Empezando por el de México, cuya demagogia solo sirve para justificar la corrupción que se practica por los nuevos dueños del poder en el gobierno federal. Así es y no hay solución…

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