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El final se acerca lentamente…
Noticia publicada a
las 01:35 am 19/09/24
Por: Rogelio Martínez Huerta.
El grito y su fastuosa ceremonia, fue quizás el más entusiasta y atractivo de todos cuantos se han organizado. Andrés Manuel se despidió de un pueblo agradecido, que lo quiere y ese afecto lo manifiesta de muchas formas. Solo basta oír las opiniones que la gente vertió ante las cámaras de periodistas que entrevistaron a decenas de asistentes a la ceremonia.
Mientras tanto, en los canales adversos, los opinadores que aborrecen a López Obrador, porque ya no cobran en el gobierno, lanzaron a las ondas hertzianas sus opiniones atascadas de resentimiento, odio, rechazo y sobre todo ¡mediocridad! Porque no basta ser “doctor” en ciencia política, si se carece de sensatez. Es decir, opinar de manera radical bajo las sombras de sesudos “análisis” que pasan por alto que, la democracia no puede sustentarse, mientras el capitalismo internacional siga depredando a la humanidad en todo el planeta.
En la plaza nacional del zócalo hubo más de 200 mil personas que asistieron desde muchas partes del país. Escuché opiniones de mexicanos y mexicanas que llegaron de Atlanta, Texas, Cincinnati, Nueva York y otros lugares de EE. UU. Sus opiniones fueron sin asomo político, simplemente dijeron lo que sentían, pero glorificaron a López Obrador que ha causado admiración principalmente por los apoyos que brindó a los Adultos Mayores, quienes tienen familias en el vecino país.
Al conocer como se hace “política” en México, en esta ocasión no voté, porque sabía desde tiempo atrás cómo se cocinaba la gran jugada y el paso de los días me dio la razón. Porque el 2 de junio el triunfo fue avasallador, Claudia ganó con casi 36 millones de sufragios que llegaron de “todas” partes y con eso, Andrés Manuel pasa a la historia, porque su “4 T” se eleva a la cumbre de los grandes programas sociales, aunque en realidad solo sea un recurso publicitario que en el trasfondo no le llega a ninguna de las otras tres luchas sociales que costaron cientos de miles de vidas. En especial la revolución que contabilizó arriba del millón ciento veinte mil muertos que a la postre solo sirvieron para engalanar la historia y las novelas de la Revolución.
El ejército lució su majestuosidad, cuando en el uso de la palabra, tanto el Jefe de la Marina como el de la SEDENA, agradecieron a López Obrador todo el apoyo recibido. Pero en especial la satisfacción de haber trabajado a su lado.
Es cierto, su participación en las grandes obras y haberlos alejado de las carnicerías mortales que realizó Calderón, sirviendo al imperio en una falsa guerra contra el narco, fueron un baluarte de quehacer político. Porque si bien las masacres siguieron, todas quedaron en la cuenta de los intereses sobre la doga que se compra en EE. UU. Y eso basta para que se justifique la política de Andrés Manuel que dio una lección histórica a toda América Latina de cómo se trabaja en favor de los que menos tienen, aunque los apoyos no resuelvan toda la problemática de los ciudadanos.
Andrés Manuel no se va, porque el manejó de las combinaciones de esta caja fuerte llena de sorpresas que es la política a la mexicana, le dará amargas sorpresas a la futura presidenta y solo Andrés sabe cómo se solucionan grandes y enredados conflictos que ya preparan los empresarios que como “poderes fácticos” perdieron el poder, mucho dinero y por si faltara, les exhibieron a sus servidores que, como los de la revista Nexos, solo hicieron un ridículo de seis años, haciendo perder a Claudio X. Gonzáles, Salinas Larrea y otros más miles de millones.
Andrés se va, pero su regreso será como una eminencia gris que, desde atrás del trono de la silla del “águila”, dirigirá las soluciones de grandes problemas que esperan en las sombras más oscuras de la política de México. Así será…