Claudia Guerrero Martínez
"ENTRE LO
UTÓPICO Y LO VERDADERO"
Gilberto Nieto Aguilar
"LIBERTAD
Y EDUCACIÓN"
Martín Quitano Martínez
"ENTRE
COLUMNAS"
Evaristo Morales Huertas
"VERACRUZ
EN LA MIRA"
Luis Hernández Montalvo
"MAESTRO
Y ARTICULISTA"
César Musalem Jop
"DESDE
LAS GALIAS"
Ángeles Trigos
"AIDÓS
Q DíKE"
La mujer es lo más bello de la vida, cuidemos de ellas...
Contrapesos emergentes
Noticia publicada a
las 12:50 am 12/06/19
Por: FRANCISCO GUERRERO AGUIRRE.
Las redes sociales se han transformado en un nuevo contrapeso político, muchas veces más eficaces que los mecanismos legalmente establecidos.
Una de las características esenciales del Estado de derecho es la limitación y el control del poder. Este mecanismo democrático se materializa en la necesaria división del mismo. Lord Acton decía: “El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”.
El poder, entendido por Max Weber como “la posibilidad de imponer la propia voluntad sobre la conducta ajena”, es considerado por el imaginario colectivo como de “naturaleza maligna”, en razón de los abusos y excesos que se sufren durante su ejercicio.
La división de poderes activa contrapesos políticos y jurídicos que garantizan la gobernabilidad de un país. Los contrapesos son relaciones mutuas de autoridad que permite a los Poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) controlarse unos a otros y resistir recíprocas intromisiones, limitando a todos a actuar dentro de sus propias esferas.
Como lo señala la Carta Democrática de la OEA, en el artículo 3: la separación e independencia de los poderes públicos son elementos fundamentales de la democracia representativa. El propósito de esta división en el ejercicio público es evitar que una sola persona o un grupo restringido concentren excesivamente todos los poderes del Estado.
En los tiempos actuales, caracterizados por el carácter instantáneo de la información y la construcción dirigida del “humor social”, las redes sociales se han transformado en un nuevo contrapeso político, muchas veces más eficaces que los mecanismos legalmente establecidos.
Los “periodicazos” de hoy se cocinan a toda velocidad desde Twitter, al calor de una declaración, una filtración o, peor aún, una mentira o media verdad. Las redes sociales han alterado para siempre el ritmo de la comunicación, añadiendo a la clase política un mecanismo de presión del que no tenemos memoria.
Gracias a la velocidad de difusión masiva, una pieza de información se transforma en un “misil teledirigido” que se expande en el “blanco” elegido en tiempo real y con consecuencias noticiosas efectivas.
Relatos imaginarios, rumores, críticas inclementes y frivolidades caricaturizan la realidad, expandiendo sus efectos de manera ilimitada en figuras públicas, partidos y gobiernos
Los nuevos contrapesos, de la sociedad civil, pero también de diversos grupos de interés, buscan incidir en el proceso de toma de decisiones creando conversaciones que se expresan en hashtags y trending topics con una velocidad incontrolable.
Estos contrapesos instantáneos son posibles porque los ciudadanos desconfían del poder tradicional y buscan información de fuentes diversas, a las cuales conceden confianza y respeto en automático, sin llevar a cabo un proceso genuino de verificación.
Ante los escándalos de corrupción y la falta de pulcritud de la vida pública, los poderes establecidos reaccionan con lentitud y pasmo en el manejo de la imagen y los nuevos protocolos de comunicación que se desprenden de las redes.
Las respuestas de los aparatos de poder tradicionales siguen atados a formatos obtusos y trasnochados. El silencio, la indiferencia y la recurrencia de explicaciones inverosímiles y simplistas se estrellan contra una opinión pública cada vez más crítica y descreída.
Balance
Los poderes legítimamente establecidos deben aprender a responder a las constantes crisis que se inducen desde las redes sociales a través de nuevos mecanismos de comunicación que penetren realmente en la opinión pública.
El uso de la red incluye la conexión, interdependencia y retroalimentación entre nociones, políticas, posiciones, formas de expresión novedosas y los ciudadanos concebidos como eventuales usuarios y votantes.
Las grandes discusiones seguirán dándose en las redes sociales. Las batallas por la credibilidad y el surgimiento de nuevos liderazgos están atadas a la emergencia de nuevos contrapesos sociales, políticos y empresariales que buscan hacer sentir su influencia en la toma de decisiones de los actores tradicionales. Éste es el nuevo juego democrático.