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La credibilidad de los medios en riesgo. Ninguno se escapa
Noticia publicada a
las 01:21 am 15/05/19
Por: VERÓNICA MALO GUZMÁN.
@maloguzmanvero
Un medio de información tiene la potestad de tener su línea editorial, un punto de vista, una preferencia —finalmente, hay libertad de expresión—, pero lo que no tiene es el derecho de pasar información adjetivizada y subjetiva como clara e imparcial
“La gente generalmente confunde lo que lee en los periódicos con las noticias.” A.J. Liebling
“Ninguna prueba, ninguna rectificación ni desmentido puede anular el efecto de una publicidad bien hecha.” Hermann Keyserling
“El papel de los medios de comunicación en la política contemporánea nos obliga a preguntar por el tipo de mundo y de sociedad en los que queremos vivir, y qué modelo de democracia queremos para esta sociedad.” Noam Chomsky
Situación
Nos inunda una infinidad de información; no solo en los portales, canales y estaciones de los medios mismos, sino también reproducida y aumentada en todas las redes sociales. Irrelevante para fines noticiosos, la mayoría de ella. Y, de la poca que no lo es, la menor parte es la que no es tendenciosa, falsa o incompleta.
Encima de lo anterior, el debate absolutamente polarizado sobre casi cualquier tema de la realidad nacional —no nos vayamos más lejos—, empezando por estar “a favor o en contra” de López Obrador.
Así, si uno pregunta a cualquier mexicano —si bien he de decir que entre más se está inmerso en la “comentocracia”, peor— sobre la prensa, comentaristas o articulistas, invariablemente la respuesta es: “¡vendida!”, “¡golpeador!”, “¡subjetivo!”. Esa es la verdad...
Naturalmente, todos tenemos un medio /fuente de nuestra preferencia para hacernos de información, en este caso la relativa a cuestiones socio-político-económicas en México. Pero, mismo por ese medio no pondríamos las “manos en el fuego” de que sea totalmente real y objetivo lo que difunde. ¿O sí?
Y no obstante lo anterior, peleamos a muerte y con una vehemencia inaudita por defender algún punto de vista, un mensaje de redes que nos reenviaron, alguna opinión que en el fondo solo refuerza nuestros propios (pre)juicios, sean estos sesgados o no. Uno podría decir que el primero que cae en ese “autoengaño” es AMLO, y quizá tendríamos razón. Sin embargo, es un fenómeno que no exclusivo a él; permea a toda la población.
Problemática
Ahora bien, el problema es que cuando digo que le pasa a TODA la sociedad mexicana, significa que ocurre también con los medios y agentes de comunicación, si bien estos debieran ser los primeros —y en ocasiones los únicos— en proveer de análisis y datos certeros, confiables, imparciales.
Claro que un medio de información tiene la potestad de tener su línea editorial, un punto de vista, una preferencia —finalmente, hay libertad de expresión—, pero lo que no tiene es el derecho de pasar información adjetivizada y subjetiva como clara e imparcial.
También, por supuesto, los medios de comunicación son empresas y, como todo negocio, la industria consiste en hacer dinero. Pero no a costa o independientemente de fallar en su misión de proveer a sus usuarios de material y diagnósticos llanos, completos y balanceados.
Desgraciadamente eso es precisamente lo que está sucediendo mucho y cada vez más en el país, particularmente cuando se trata del debate político. Cada vez hay un mayor distanciamiento entre los fines mencionados, donde la función de los medios como proveedores de contenido y análisis para que la ciudadanía se informe y tome sus propias —y mejores— decisiones, va perdiendo la batalla.
Y no estoy hablando de la prensa de derecha o de izquierda, la regional o la nacional, la independiente o institucional, la pública o la particular, la “morenista” o neoliberal, sino de TODA la industria.
El riesgo con ello no es el no poder ya elegir el medio de comunicación de nuestra preferencia, sino que dicha deformación va minando la credibilidad que tenemos en los medios y, lo que es peor, la capacidad de evaluación y discernimiento de toda una sociedad que hace de sí misma. Eso es realmente muy grave.
Acción
Lo primero que se requiere es que, a conciencia y como electores que somos, darse cuenta de esta situación. De la existencia de un fenómeno que ha permeado tanto nuestra vida colectiva diaria y nuestro psique personal, que nos cuesta mucho detectarlo (vaya, pasa inadvertido).
Segundo, emitir una llamada de atención a todos las fuentes informativas en México y a todos nosotros como ciudadanos: la credibilidad de los medios en México está en riesgo; ellos cooperan en gran medida a la degradación social que se vive en el país.
Tercero, hacer una convocatoria en lo general, continua y con fortaleza, para que prensa, TV, radio y redes sociales/internautas recuperen objetividad y no privilegien los fines monetarios e ideológicos, sobre los formativos, informativos y de responsabilidad social. Solo exigiendo se podrá tener respuesta.