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AMLO encadenado
Noticia publicada a
las 03:29 am 17/02/19
Por: Gerardo Fernández Casanova.
Desde hace más de veinte años hemos venido haciendo la advertencia de que el régimen neoliberal es perverso pero no ha sido estúpido; ha dejado candados suficientes en previsión de que llegara al gobierno –que ya llegó– un proyecto patriótico, popular y democrático, al efecto de dejar suficientemente protegidos sus intereses y privilegios. A dos meses de iniciado el gobierno de AMLO es evidente el esfuerzo titánico
que se realiza para tratar de encauzar el nuevo rumbo y enmendar los entuertos del pasado. La recuperación de la soberanía en materia de energía, petróleo y electricidad dan muestra clara de lo que trato de decir. PEMEX y CFE que son los baluartes de tal soberanía están hechas pedazos como resultado de políticas diseñadas precisamente para tal efecto, con grave riesgo de quiebra. El robo de combustible era una actividad institucionalizada y la entrega de contratos de obra y suministro de electricidad a las empresas particulares, principalmente españolas, y el correspondiente cierre de plantas propias de la CFE se convirtió en generosa forma de vender al país; también se incluyó la toma por la CFE de proyectos inicialmente planeados para los privados que, ante las dificultades de orden técnico, económico y, principalmente, socioecológico, en perjuicio de la población y de la empresa estatal. Es el caso de la planta hidroeléctrica de Huexca, en el estado de Morelos al que me quiero referir.
Desde su planteamiento inicial, el llamado Proyecto Integral Morelos (PIM) provocó el rechazo de especialistas y pobladores, obligados a emprender luchas vigorosas para su cancelación. Los gobiernos federales de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, secundados por los nefastos Rafael Moreno Valle y Graco Ramírez, gobernadores autoritarios, represivos y corruptos de Puebla y Morelos, respectivamente, reprimieron y encarcelaron líderes para cumplir su avieso objetivo, pasando por encima de todo, la ley incluida. El proyecto fue encadenado a un contrato de construcción y financiamiento (PIDIREGA) por más de 20 mil millones de dólares y sometido a los juzgados de Nueva York para el caso de controversias. De esta manera el actual gobierno está aherrojado: si cancela el proyecto, que ya está terminado, tendría que pagar el monto del contrato más otro tanto por penas de incumplimiento, suficientes para acabar de quebrar a la CFE; y si lo opera, se enfrenta con la población afectada en un conflicto social de pronóstico reservado. Optar en cualquiera de los sentidos reviste una enorme dificultad. Es el poder encadenado.
López Obrador ha exigido a los técnicos garantizar, incluso con aval de la ONU, la no afectación en materia de agua y ambiente, con lo cual ha sustentado su decisión de llevar adelante el proyecto; ofreciendo todas las medidas posibles de mitigación o compensación por daños. Se presentó frente a la población afectada en reuniones privada y pública para, sin reservas, dar la cara al conflicto y, ante la postura inamovible de los opositores, optó por someterlo a consulta popular, desde luego sin aún disponer de los instrumentos legales para hacerlo, lo que abrirá un amplio boquete para la crítica a la acción de su gobierno.
Mi particular postura es que no nos queda de otra que apechugar y votaré por el SI al PIM. Lo anterior no obsta para hacer ver que AMLO cae en un grave error, 1) porque en el universo a consultar incluye a todo el estado de Morelos, a cuya enorme mayoría el tema no le afecta de manera directa, y 2) porque está desgastando el muy delicado y valioso recurso de la consulta popular. Hay tiempo para corregir y buscar una mejor negociación.
Por otro lado y para acabar dando una buena noticia. Napoleón Gómez Urrutia ya convocó a la formación de una nueva central obrera que pugne por los intereses de los trabajadores y por la democracia sindical. De la misma forma en que la sociedad en forma mayoritaria determinó el fin del régimen de la corrupción y los privilegios, toca ahora a los trabajadores, parte sustantiva de la sociedad, dar el paso a la terminación del sindicalismo venal y contrario a los intereses de los trabajadores, así como al ancestral dominio de sus líderes charros y antidemocráticos. A México le hace mucha falta contar con la fuerza de los obreros organizados en sindicatos honestos, no para someterse a un nuevo régimen, por excelente que éste sea, sino para consolidar el carácter social de la transformación en marcha. Enhorabuena.