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Países ricos y pobres
Noticia publicada a
las 05:02 am 09/12/17
Por: Gilberto Nieto Aguilar.
Agregando a los comentarios de las últimas siete entregas, los expertos pretenden explicar la desigualdad mundial y los modelos visibles que anidan al interior de algunos países, señalando teorías que no funcionan para explicar las posibles causas, según Acemoglu y Robinson (“Por qué fracasan los países”, Paidós, México, 2013).
Si quitamos a Japón, Singapur, Corea del Sur, Taiwán y China,
que han experimentado un rápido crecimiento en los últimos años, el resto de los países pobres y ricos vienen siendo los mismos. Luego, hay causas que descansan en la tradición y las costumbres que no pueden reconocer, romper y superar. Las razones de los expertos oscilan entre las hipótesis geográfica, cultural y de la ignorancia, que ya abordamos en el artículo “Pobreza y desigualdad” (Diario de Xalapa, 12/05/15).
La hipótesis geográfica sostiene que los países más desarrollados se encuentran en la zona templada del hemisferio norte, justo encima del trópico de cáncer. Pero entonces, ¿Cómo interpretar la diferencia en lugares tan cercanos como Nogales Arizona y Nogales Sonora? ¿Corea del Norte y Corea del Sur? ¿Ciudad Juárez y El Paso? ¿Cómo explicar Mongolia y los países que se separaron del bloque soviético?
La hipótesis de la cultura relaciona a esta última con la prosperidad. El sociólogo alemán Max Weber atribuía a la Reforma y a la ética protestante el desarrollo de un pueblo, lo que hoy no podría sustentarse sin considerar otros tipos de creencias, valores y ética. La hipótesis de la ignorancia sostiene que los ciudadanos y los gobiernos desconocen cómo hacer para que un país pobre sea rico. Tienen muchos fallos de mercado y siguen modelos gastados o impropios. Estas tres hipótesis sólo explican una pequeña parte de las posibles causas de las desigualdades económicas y sociales en el mundo, dicen los autores.
Las diferencias que existen entre los países pobres y ricos son similares a las que hay entre las dos Nogales y entre Ciudad Juárez y El Paso, guardando la debida proporción. La diferencia puede estar en las instituciones, tanto económicas como políticas, que crean incentivos diferentes para las personas, las empresas y los políticos, dentro de cada frontera, bajo controles eficaces, de transparencia y rendición de cuentas.
Las instituciones debieran permitir crear empresas con facilidad, sin enfrentar obstáculos insalvables, con la confianza de realizar los sueños proyectados. El poder político tendría que estar limitado y suficientemente repartido. Además, como afirma Giovanni Sartori (Citado por Juan Cruz Vieyra, Nexos 479, noviembre 2017), “en la mayoría de los países latinoamericanos no existen partidos políticos de base parlamentaria, que posean la disciplina suficiente y la coherencia y solidez necesarias para cumplir con el papel de apoyar a un gobierno.
“Una sociedad anárquica e individualista difícilmente podrá generar una democracia de calidad”… sin perder de vista que “la corrupción es un boomerang que genera ineficiencia en la gestión gubernamental y mina el capital social de los individuos” (Op. Cit.). Los valores sociales y las instituciones jurídicas son determinantes en el éxito y fracaso de los países, y cómo mejoran hace la diferencia.