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Las decepciones de la democracia (Parte I)
Noticia publicada a
las 03:37 am 19/10/17
Por: Gilberto Nieto Aguilar.
XALAPA, VER.- La palabra griega “democracia” (el poder del pueblo) fue acuñada por los atenienses entre los siglos VI y V a. C. para definir un sistema de gobierno de la ciudad en el cual las decisiones eran tomadas por la asamblea de ciudadanos y no por el rey, el emperador o cualquier otro modelo de autoridad absoluta, como solía ocurrir en las ciudades o imperios de la época.
También los romanos construyeron su propia democracia y desarrollaron el derecho para sustentarla. Con el paso del tiempo, y en distintos lugares, el término ha sido inestable. En Estados Unidos Abraham Lincoln (1863) pretendió definirla en una frase a la que se recurre con mucha frecuencia: democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Cuatro grandes luminarias, precursoras de la Ilustración —Descartes, Hobbes, Spinoza y Bayle—, afirmaban que las ideas de la mayoría de su tiempo eran confusas e inacabadas, puesto que era posible ofrecer a la población un ideario amplio en el cual sustentaran su eterna búsqueda de la felicidad y la mejora de la existencia humana.
Afirmaban que la sociedad podía ser más segura y estable (la mayor preocupación de Hobbes), más tolerante (preocupación principal de Bayle), más racional (Descartes) y más libre y receptiva a las opiniones de los demás (“Todavía vivimos en los orígenes de la democracia”, Gregorio Luri, Filosofía hoy, No. 51, Madrid, 2016).
Baruch Spinoza extiende, con base en su doctrina de una sola sustancia contemplada desde diferentes aspectos —cuerpo y alma, materia y mente—, una forma revolucionaria sobre el plano metafísico, político y de mayor bien para el hombre. Según Spinoza, la sociedad sería más resistente ante autoridades religiosas, autocracias, oligarquías y falsos redentores, y podría aspirar a ser más democrática, libertaria e igualitaria. (Luri, Op. Cit.)
Es importante reconocer que la participación de los atenienses en las asambleas de ciudadanos “se basaba en el aprecio de los griegos por las instituciones democráticas y en la sanción social ejercida contra los que se mostraban demasiado remisos a cumplir con su obligación” (B. Rodríguez y P. Francés, Filosofía Política, Granada). Esta combinación social de elementos ha sido indispensable para que un pueblo supere sus resabios y defina una ruta de superación formal y seria.
La Ilustración Radical fue la corriente de pensamiento y acción política que logró colocar los cimientos de libertad, igualdad y fraternidad en lo que sería la democracia contemporánea. Estalló de pronto en las tres últimas décadas del siglo XVIII en las revoluciones de Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, así como en los círculos clandestinos de oposición en Alemania, Escandinavia y algunos países de América Latina. Más tarde en México nutrió el periodo de las reformas juaristas.
La máxima que sostiene a la democracia en estas épocas es que todos los seres humanos tienen necesidades básicas, derechos y condiciones de vida que pueden mejorar. Las personas tienen derecho a buscar la felicidad, ya sean hombres o mujeres, blancos o negros, sin distingo de religión, pensamiento político, condición social y económica, situaciones éstas que tardaron muchas décadas en pasar del discurso a los hechos.