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¿SE PUEDE PERDER HOY Y GANAR EN EL 2018?
Noticia publicada a
las 10:45 pm 02/05/16
Por: Ignacio Anaya.
En abril empezaron a perfilarse escenarios electorales y el papel que jugarán las instituciones encargadas de dar certeza a la contienda: el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Este 5 de junio se renovarán en nuestro país mil 365 cargos de elección popular, incluidas algunas gubernaturas importantes.
Sin embargo, la atención de los analistas se está depositando en los escenarios que dichos sufragios van a revelar como preámbulo a la sucesión presidencial del 2018.
Y esto es así porque los partidos han concentrado su atención en posiciones estratégicas; es decir, que no perderán recursos buscando ganarlo “todo” sino sólo aquellos procesos claves para posicionar las estrategias con las cuales pretenden llegar a la contienda por el Poder Ejecutivo.
El pastel electoral es grande pues habrá elecciones en 14 entidades, incluida la votación de diputados constituyentes en la Ciudad de México (con la finalidad de redactar la primera constitución política de la capital del país) lo cual no estaba previsto y ha obligado la movilización de las estructuras partidistas asentadas en el antiguo Distrito Federal, lo cual agrega de última hora un ingrediente político extremadamente valioso para la prospectiva de los partidos fuertes y con abierta rivalidad en la capital del país.
De la distribución de curules que recaigan en el PRD y en Morena aparecerá, como consecuencia natural, la relación de precandidatos a la jefatura de gobierno en ambos institutos políticos.
En el resto del país las cosas no son menos importantes, pues van a disputarse 12 gubernaturas, 388 diputaciones locales (para integrar 12 nuevas legislaturas en congresos estatales) y mil 15 ayuntamientos; de estos últimos 417 lo harán a través del sistema de usos y costumbres que persiste en Oaxaca los cuales, al final de cuentas, se rigen también por equilibrios políticos definidos a nivel local, mediante consensos y acuerdos inevitables.
Durante abril ya empezaron a perfilarse escenarios electorales y también el papel que habrán de jugar las instituciones encargadas de dar certeza a la contienda, es decir, el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Algo nos deja sentir que no van neutrales.
Los partidos están jugando a lo que bien saben hacer: exhibir al adversario, sembrar dudas y pescar en el río revuelto. Sin duda las posiciones más importantes en disputa son las gubernaturas de Veracruz, Oaxaca y Puebla, debido al elevado número de votantes que tienen esas entidades pero sobre todo a que representan aristas muy específicas para los principales partidos.
En Veracruz el PRI enfrenta una coalición opositora y mucha preocupación por el deterioro de imagen del gobernador saliente. En Oaxaca el PRI presentó una candidatura de unidad y aunque enfrenta nuevamente la alianza PRD-PAN, la verdad es que hay otra media docena de candidatos que le podrían permitir recuperar la entidad. No obstante, el valor agregado radica en la forma que Morena ensayará la movilización social dentro de una contienda, pues recuérdese que ha decidido pactar con la Sección 22, una fuerza real muy beligerante del magisterio disidente. En Puebla se juega el destino de un precandidato presidencial en el Partido Acción Nacional, Rafael Moreno, quien ha podido construir una singular alianza para hacer ganar a su delfín.
A diferencia de las demás entidades que renuevan gubernatura, en Puebla no habrá elección de Congreso ni ayuntamientos, lo cual permitirá ponderar la efectividad en las estrategias de los dos abanderados fuertes: el panista Antonio Gali Fayad y la priista Blanca Alcalá Ruiz. Es importante hacer notar que dos de los aliados del priismo en otras entidades como lo son Panal y PT, en Puebla van de la mano del panismo. Las demás gubernaturas en juego son: Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala y Zacatecas, esta última el punto de atención con el cual Morena pretende hacerse de su primer gobierno estatal.
Las reglas, los candidatos y las estrategias de campaña ya están en marcha, ahora vienen algunas preguntas indispensables: ¿Está el PRI preparado para ganar la elección presidencial en el 2018?
¿Puede funcionar una alianza electoral presidencial entre el PAN y el PRD? ¿Morena tiene fuerza territorial en el país como para sustentar el abanderamiento de Andrés Manuel López Obrador?
¿Cuál es el valor electoral de los demás partidos? ¿Se impondrá la responsabilidad democrática en el Instituto Nacional Electoral ante la pillería durante, en los y después de los comicios?
Los comicios del 5 de junio son un ejercicio institucional pero en ellos subyace una lucha “a muerte” por el poder y sus recursos. Sin duda habrá triunfadores y derrotados. Las preguntas que también deberán formularse son. ¿Quién gana perdiendo? ¿Quién pierde ganando?