Noticia publicada a las 03:59 am 31/10/14

Por: Miguel Ángel García Muñoz.

**Gobiernos del PAN y PRD, por la desestabilización del país.
** Sensitivo el Presidente Peña Nieto, enfrenta la crisis en aras de justicia y estabilidad.

PUEBLA, PUE.- Pareciera una casualidad, pero no lo es: Los Gobiernos del PAN y PRD se han convertido en focos desestabilizadores en sus Estados, pretendiendo extender su perversión política por toda la República,

en un afán de que el Gobierno Federal sea señalado como responsable de la anarquía que ellos mismos han impulsado.
Rafael Moreno Rosas y Ángel Aguirre Rivero son el vivo ejemplo de la telaraña que se empezó a tejer desde que asumieron la jefatura en sus entidades, uniéndose a su causa los mandatarios tenebrosos Guillermo Padres Elías y Graco Ramírez, de Sonora y Morelos, respectivamente.
Todos ellos han trabajado ejerciendo la represión, la impunidad, la corrupción, la persecución a empresarios, el despojo de la propiedad privada, invirtiendo miles de millones en obras inútiles y en promocionar su imagen personal.
El comportamiento indecente de los Gobernadores no es culpa del Presidente Enrique Peña Nieto, que si bien está obligado a velar por la paz, estabilidad y progreso de la nación, no es mago para adivinar la intriga cocinada con acciones encaminadas a crear el enardecimiento de la gente.
Los Gobernadores de los Estados tienen que responder por lo que hacen; por la orfandad de transparencia y rendición de cuentas; por la impunidad que han prodigado para su propio beneficio.
“RAFABALA” es dueño de un oscuro destino desde que llegó a la Secretaría de Finanzas de Puebla, donde empezó a cavar los “HOYOS FINANCIEROS” que lo han hecho famosos; donde coordinó las coaliciones de Partidos con diferente ideología para ganar el poder por el simple hecho de ganarlo, para después comprar conciencias, medios de comunicación e implantar una administración fascista.
El “Ángel Caído” de Guerrero ya está pagando el efecto de sus excesos. Aguirre y Moreno deberán rendir cuentas por su protección al Alcalde de Iguala José Luis Abarca, quien huyó de la tierra caliente para refugiarse en Puebla.
Es cierto, la actitud del Presidente Enrique Peña Nieto de reunirse con padres de familia de los estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos, corresponde a su responsabilidad como Jefe del Ejecutivo Federal. Pero más allá de este aspecto, que algunos catalogan de obligación, contrasta notablemente con el comportamiento de algunos Gobernadores de los Estados y funcionarios de primer nivel que se han mostrado soberbios e insensibles ante la problemática y desgracia social.
Si bien la reunión se realizó a puerta cerrada, no es difícil adivinar que fue para patentizarles su solidaridad, castigo a los culpables, reanimar la esperanza de encontrarlos y ejercitar a plenitud y firmeza la JUSTICIA que también parece estar extraviada.
Su investidura no ha borrado el lado humano de Enrique Peña Nieto, entendiendo los momentos duros que están pasando las familias de los normalistas rurales.
No se puede decir lo mismo del mandatario de Puebla, Rafael Moreno Rosas, quien no solamente ordenó masacrar a campesinos de Chlachihuapan el pasado 9 de julio, que culminó con el ASESINATO del niño José Luis Tlehuatle, dejando marcas físicas y psicológicos imborrables en heridos y arrestados injustamente.
Por si fuera poco, desatendió las 11 recomendaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y se negó a brindar una disculpa pública a las víctimas; por el contrario, se ha dedicado a hostigarlas en una represión brutal, vengativa, que el Gobierno Federal debe detener, porque es lo que han padecido los poblanos.
“RAFABALA” no accedió al mínimo de su responsabilidad.
Ni hablar de su homólogo de Sonora, Guillermo Padres Elías, quien prefirió hacerse el ofendido por los reportes de los Delegados Federales de haber desviado el cauce de un río para favorecer el rancho de su familia y de permitir la contaminación inhumana de la industria minera, en lugar de sentir vergüenza y acercarse a la gente que sufrió graves quemaduras por la contaminación de las aguas de los grandes afluentes.
Y si vamos más allá, Andrés Manuel López Obrador culpa a todos de las penas de la República y de las calamidades de Guerrero, al grado de negar a sus amigos que resultaron unos verdaderos pillos, como son Ángel Eladio Aguirre Rivero, renunciado como Gobernador y el prófugo Alcalde de Iguala, José Luis Abarca y esposa que lo acompaña, como diría el danzón de Acerina.
Por lo que respecta a Gustavo Madero, el barbón líder del PAN, anda escondido queriendo pasar desapercibido, luego de ser señalado como el orquestador de la negociación que otorgó el porcentaje del voto panista para que ganara la gubernatura Ángel Aguirre, aliado con el PRD.
Ninguno de ellos ha dado la cara para asumir su responsabilidad.
Nadie acepta la equivocación.
Si es su obligación, como argumentan muchos, por qué no lo hicieron, tratando por todos los medios de encontrar al chivo expiatorio que los salve del desprestigio.
Peña Nieto muestra que es de carne y hueso, sensitivo ante el dolor humano. Esto eleva su jerarquía como Presidente de la República.

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