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Mao tenía razón
Noticia publicada a
las 02:26 am 24/10/14
Por: Carlos Elizondo Mayer-Serra.
Cuando la brutalidad ya no puede ser escondida, nuestros medios de comunicación suelen entrar en otra dinámica. Se informa intensa y prioritariamente de ese escándalo, relegando otros temas de la agenda nacional...
Entre 1959 y 1962, al menos 43 millones de chinos murieron, la gran mayoría por hambre.
Obsesionado por industrializar China, Mao Zedong, su líder máximo, equivocó la estrategia de desarrollo y arruinó la agricultura de su país. Nadie se atrevió a llevarle la contra.
Después de las hambrunas, Mao reflexionó sobre el origen del problema: “Sin democracia uno no entiende qué está pasando abajo; […] uno no es capaz de juntar información suficiente de todos lados […] los órganos de liderazgo del nivel superior dependerán de información unilateral y material incorrecto para decidir […]”. (Citado en Amartya Sen, The Idea of Justice).
El caso de México es muy distinto al de China. Sin embargo, nos está faltando tanto información pertinente como crítica y discusión de calidad sobre los principales temas de la agenda pública.
El gobierno federal pensó que era un éxito que bajara la cobertura sobre los problemas de violencia en los medios de comunicación. Pero se estaba dejando de informar de muchos de los horrores. Hoy sabemos que hubo decenas de asesinatos no reportados en Iguala previos al homicidio o desaparición de los 43 normalistas. En esta administración ya van más de ocho mil desaparecidos, mil 257 en Tamaulipas, donde se practica una suerte de leva con los jóvenes aptos para ser sicarios. El gobierno tampoco parece tener información propia como para reaccionar a tiempo frente a este tipo de crímenes.
El escaso eco de las pocas noticias de los asesinatos en Iguala antes de la tragedia de los normalistas no sólo es responsabilidad del partido en el poder o de los medios de comunicación. La oposición es parte del problema. Iguala es para el PRD y Morena un laberinto de complicidades. El PAN trae su propio enredo. Parece que el secretario general de ese partido en Guerrero, Braulio Zaragoza, fue asesinado por otro panista inconforme con sus decisiones.
Sin información pertinente disponible para todos, los problemas crecen hasta que estallan, como en Iguala, cuando el asunto ya es mucho más difícil de enfrentar. Cuando la brutalidad ya no puede ser escondida, nuestros medios de comunicación suelen entrar en otra dinámica. Se informa intensa y prioritariamente de ese escándalo, relegando otros temas de la agenda nacional.
No recuerdo una discusión sobre la Ley de Ingresos y el presupuesto federal con tan poca crítica, salvo por algunos columnistas que han estado insistiendo sobre el tema del creciente endeudamiento público. En este caso hay información suficiente sobre las tensiones de las finanzas públicas. El PAN ha hecho algunos señalamientos contra la permanencia de los impuestos aprobados el año pasado, en particular la homologación del IVA en fronteras, pero no mucho más. La Ley de Ingresos se aprobó con el voto de 293 de los 428 diputados presentes, sin mayor ruido de los opositores.
Hay otros temas donde el silencio puede también salir muy caro. Un alto gasto en infraestructura es una buena noticia para el crecimiento futuro del país, pero sólo si está bien asignado. Hay dudas de que sea así. No hemos tenido, por ejemplo, un debate serio sobre la pertinencia de construir tres líneas de trenes de pasajeros en México. No es evidente que sea la mejor forma de gastar los más de 130 mil millones de pesos que se han programado para estas obras. Según Juan Pardinas, presidente del IMCO, con el costo original estimado de 42 mil millones de pesos para el tren México-Querétaro se podrían construir 600 kilómetros de líneas del Metro. La última vez que el gobierno tuvo y operó trenes, el sindicato se los acabó “comiendo”. Cuando se privatizaron, porque no servía para gran cosa, todos los recursos recibidos fueron a dar al fondo de pensiones de los trabajadores de Ferrocarriles Nacionales.
Una red de trenes de pasajeros es una decisión que nos va a perseguir por décadas. Sin embargo, todo se está haciendo a la carrera para tratar de terminar la obra en este sexenio. No parece haber una visión de largo plazo. Se está programando usar una tecnología en la ruta ferroviaria México-Toluca y otra en la México-Querétaro. En el caso de la ruta México-Querétaro se les dieron sólo dos meses a los grupos interesados para poder preparar la licitación. Sólo uno, liderado por una empresa china, presentó una propuesta, que además supera en 20% lo estipulado como monto máximo en la licitación. Para los otros grupos fue imposible en tan corto tiempo hacer una propuesta de una obra en la que el ganador es responsable de todo: desde la obra civil hasta la operación inicial. El gobierno no tiene aún los derechos de vía de esta ruta de tren.
Hace 50 años Japón estrenó su primer tren bala. Han tenido cero accidentes desde entonces. ¿No sería mejor ir más lento, pero con pies más firmes para tener un récord como ése?
Las prisas llevaron a que los trenes de la Línea 12 del Metro no fueran los adecuados para las vías y a que los andenes fueran más largos de lo necesario. Quizá también hubo corrupción. No lo sé. Pero supongo que alguien convenció a Marcelo Ebrard de que no habría problemas de operación con la estrategia seguida, pues de haber sabido el desenlace y las consecuencias para su carrera política, difícilmente la hubiera avalado.
Con mala información y poco debate serio, las decisiones pueden quedar en manos de los ilusos que creen que todo se puede o de a quienes sólo les importa una ganancia de corto plazo. Ebrard quizás hoy se lamente, al igual que Mao, de que no tuvo suficiente información.
*Profesor-investigador del CIDE
elizondoms@yahoo.com.mx
Twitter: @carloselizondom