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Arrogancia y fragilidad en el poder
Noticia publicada a
las 02:25 am 24/10/14
Por: Luz Emilia Aguilar Z.
* A Coriolano, su desprecio por el pueblo lo precipita al desastre, a él y a quienes lo rodean.
En Iguala seis jóvenes estudiantes de la Normal de Ayotzinapa fueron asesinados por policías, a tiros, sin que los muchachos estuvieran armados. Otros 43 fueron desparecidos. Hay testimonios de que los quemaron,
algunos vivos todavía. La clase política en México ha dado muestras de una superlativa ineptitud, arrogancia en este hecho que suma agravios a una población que acumula zozobra y rabia.
Ayotzinapa no es una masacre aislada. En México hay una élite gobernante capaz de una corrupción cada vez más obvia, grotesca, impune, ciega y cínica, que pone en riesgo el presente y el futuro de toda una nación. Lo más descorazonador es la ausencia de alternativas. Ni uno solo de los grupos o partidos políticos que comparten el pastel del poder ha mostrado un ápice de sensatez, responsabilidad, visión, capacidad crítica y autocrítica, mucho menos honradez. No se ven liderazgos, propuestas alternativas a la altura de los retos extremos que enfrenta nuestro país.
En este contexto se estrenó dentro de la programación del Festival Cervantino en Guanajuato, y también en la Ciudad de México, la versión de Coriolano de William Shakespeare, con la Compañía Nacional de Teatro. La puesta en escena es parte del proyecto Coriolanos, de Luis de Tavira y Otto Minera, que consiste en tres versiones del mencionado personaje: la de Shakespeare, la de Brecht y la de Günter Grass.
En la de Shakespeare, que dirige David Olguín, el protagónico está a cargo de Juan Carlos Remolina. Aquí elCoriolano es un guerrero eficiente que no muestra una desbordada sed de sangre. Este Coriolano está convencido de pertenecer a una clase superior. Atraviesa por violentos cambios de fortuna. Su desprecio por el pueblo lo precipita al desastre, a él y a quienes lo rodean. En esta versión nadie está a la altura de su circunstancia. Unos son más elegantes, otros más decididos, otros más audaces o compasivos. Ninguno tiene más ideal que conquistar, mantener, gozar el poder. Y quienes logran un sitio como tribunos en representación del pueblo, asumen el perfil rapaz y autoritario que venía cuestionando. En este sentido es un eco amargo del México de hoy.
En el teatro Julio Jiménez Rueda, donde vi esta versión deCoriolano, los 400 espectadores que llenaron la sala se hicieron escuchar en sus continuas exclamaciones, risas, intensos silencios y al llegar el final con la ovación.
Los 24 actores participantes en la obra forman un elenco desigual. Brilla el trabajo de las mujeres, sobre todo el deJulieta Egurrola, en el papel de la madre de Coriolano, Emma Dib como la extrovertida ciudadana y Érika de la Llave como la esposa sufrida. En el protagónico Juan Carlos Remolina ofrece presencia, fuerza, un trabajo gestual rígido, de bajo contraste y una dicción que podría ser más clara. Buenos momentos cómicos logra Rodrigo Vázquez como lugarteniente de Aufidio.
Para la trilogía de Coriolano se diseñó un solo dispositivo escenográfico que consiste en cuerpos deslizantes que simulan muros y muestran de un lado un acabado en ladrillo pintado de gris con aparentes conductos de luz, como las paredes de un teatro, lo que resulta en una extraña redundancia.
La otra cara de los muros simula concreto, de un gris más claro, como lo vemos en incontables edificios públicos de construcción reciente. Los dispositivos son más prácticos que poéticos. Ayudan a dar dinamismo al espacio al cerrarlo y abrirlo de múltiples maneras y a mantener un ritmo a lo largo de las horas, pero no son necesarios. Al colocarse en forma paralela de cara al espectador, para cerrar el área central en una de las escenas, el campo visual se reduce al grado que han tenido que cancelarse butacas laterales que carecen de una justa visibilidad.
Coriolano I, de Shakespeare, con dramaturgia y dirección deDavid Olguín, escenografía de Jorge Ballina, vestuario deElia Kazán, coreografía de Rafael Rosales y diseño sonoro de Rodrigo Espinosa corre temporada del 16 al 30 de octubre en el teatro Julio Jiménez Rueda. Habrá de nuevo funciones de esta obra del 13 al 16 de noviembre próximo.
La posibilidad de ver tres reflexiones sobre el poder en la ruta marcada por el proyecto Coriolanos de la CNT, sólo puede hacerse en un marco como el que ofrece la propia compañía. Ojalá se lograran con obras de estas dimensiones temporadas más duraderas, que pudieran verse por un público más amplio y resultaran más propicias para consolidar el trabajo de los participantes.