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Cuentos del Viagra
Noticia publicada a
las 02:36 am 17/09/14
Por: Álvaro Chaos.
* Se suceden determinados mitos o malentendidos sobre la sustancia.
Hay incontables casos en los que se busca algo y se descubre otra cosa. Los aires del destino son caprichosos y las veletas pueden cambiar sin siquiera mostrar signo alguno. Un ejemplo científico es el Viagra. Inicialmente fue desarrollado para tratar la angina de pecho y la hipertensión arterial.
Al parecer, el efecto sobre estos dos padecimientos no fue tan exitoso como se esperaba. Sin embargo, aquellos pacientes con problemas de disfunción eréctil notaron que el asta del sexo volvía a levantarse poderosamente al son de las trompetas femeninas y hacía los honores debidos a las damiselas.
El fármaco se empezó a vender en 1998 en Estados Unidos. La gráfica de su venta se empinó como si ella misma también hubiera ingerido el medicamento. El orgasmo mercantil llegó y, como suele suceder con todo lo que sube, la pendiente de las ventas bajó, debido a la aparición en el mercado de fármacos competidores y copias pirata. De todas formas, el nombre de la pastilla azul se ha quedado como sinónimo de cualquier cosa que eleve aviones de las aerolíneas PN.
Suceden determinados mitos o malentendidos sobre la sustancia. Uno famoso es el de creer que, con sólo tragarse la píldora, el miembro va a empezar a alzarse sin razón ni control algunos. Es el mito del resorte. Por eso, muchos hombres sienten desolación al percibir que nada se mueve ni revive tras echarse la pildorita. Otros planifican bien el momento de dosificarse para no delatarse antes de chocar carnes y que se noten sus “azules” intenciones. La caja no lo dice, aunque sería bueno avisar al cliente con un anuncio similar al de los juegos que requieren baterías: mujer no incluida —etiqueta para heterosexuales. La sustancia necesita de la estimulación de alguien, sin ella, la sangre no llegará a la cabeza.
Existe el mito del D’Artagnan, el cual consiste en suponer que si se posee una espada resistente y duradera en ausencia de Viagra, con la medicina se emulará al mejor espadachín del rey o a cualquiera de los tres mosqueteros. Falso es. La sustancia no alarga el tiempo de rigidez. Aquel a quien no se la han recetado, no experimentará mejores esgrimas amorosas, si lo hace, será simplemente un efecto placebo. No obstante, ciertos estudios mencionan que el lapso refractario entre las erecciones podría disminuir.
Otra leyenda del Viagra se relaciona con el deporte. Al ser un vasodilatador, se piensa como un antídoto frente al mal de montaña. Este fenómeno ocurre porque, a medida que aumenta la altitud, disminuye la cantidad de oxígeno, provocando un desempeño físico inferior que el normal, mareos y cefaleas.
Cuando los deportistas tienen competencias en lugares de gran altitud, el tema de la aclimatación es central. Eso sucede aquí en la Ciudad de México. Con una media de 2 mil 240 metros sobre el nivel del mar (msnm), la convierte en un sitio complicado para atletas venidos de altitudes menores. Los futbolistas bolivianos han convertido a dicha característica geográfica en un arma deportiva. La Paz se encuentra a 3 mil 650 msnm. Escalofriante, se requiere mucho tiempo para aclimatarse. Varias escuadras argentinas han usado cajas con pastillas celestes para enfrentar a sus vecinos norteños. El martes pasado, el San Lorenzo repartió entre sus jugadores la medicina. Perdieron 1 a 0 contra el Bolívar, aun así pasaron a la final por haber ganado en casa 5 a 0 —jugado sin Viagra. Ya veremos si declaran, como han hecho los demás equipos de ches, que su rendimiento fue óptimo. Pero nadie les ha preguntado aún, si ese “rendimiento óptimo” se realizó sobre pasto verde o sobre sábanas blancas.