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Las guerras del hambre
Noticia publicada a
las 02:39 am 01/09/14
Por: Enrique Berruga Filloy.
Mientras que las bolsas de valores quiebran, el mercado inmobiliario se desploma y el precio de los aparatos electrónicos y las computadoras bajan, la comida se vuelve más cara en todo el mundo. Esta tendencia va a alcanzar tonos alarmantes hacia finales de esta década si la temperatura de la Tierra aumenta 2 grados centígrados.
Este es uno de los hallazgos más preocupantes del más reciente estudio del Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC).
El asunto más preocupante es el enorme torrente de agua potable que está entrando en los mares por el deshielo de las capas polares. El agua de mar es naturalmente salada y los animales marinos están acostumbrados a que contenga ciertas cantidades de sal. En la medida que entra agua dulce a través de los grandes bloques de hielo que se están desprendiendo de los casquetes polares, los peces, los corales, los manglares y demás especies marinas, encuentran dificultades para vivir y para reproducirse. Es como si de repente la calidad del aire que respiramos nosotros contuviera menos oxígeno. No podríamos vivir igual, moriríamos muy pronto.
Las fotografías aéreas de Groenlandia muestran que el proceso de deshielo es mucho más acelerado de lo que suponíamos. Este verano entró al mar una masa de hielo equivalente en extensión a la isla de Manhattan. Estos torrentes de agua dulce cambian la química del agua marina y por ende existe la amenaza, ya presente, de que nos quedemos sin el sustento alimenticio que significan los mares para la humanidad. El grueso de la proteína que consumimos los humanos proviene del mar. Si seguimos alegremente manejando automóviles de ocho cilindros (totalmente innecesarios) y generando electricidad con carbón, seguiremos apostando a la muerte de los mares.
Otro descubrimiento del IPCC es que con este ritmo de calentamiento global, el caudal de agua descongelada, sumada a los huracanes cada día más frecuentes y potentes, elevarán el nivel medio del mar en más de siete metros. El último estudio en la materia presagiaba una elevación de apenas 60 centímetros y ya era alarmante. El ascenso de los mares en cerca de ocho metros (23 pies para ser exactos) resulta letal para todas las ciudades costeras del mundo, desde Hong Kong, hasta Veracruz y Nueva York. Con menos de dos metros se garantizaría la desaparición de Cancún, por ejemplo.
El año próximo en París deberá firmarse una convención global para disminuir las emisiones de gases efecto invernadero. Faltan pocos meses y no se observa la menor posibilidad de que las grandes potencias puedan alcanzar los acuerdos más modestos. La única posibilidad verdadera, sería que Estados Unidos —el emisor de contaminantes más grande del mundo— estuviese dispuesto a firmarlo y a comprometerse. Pero no hay la menor esperanza de que eso suceda. Los republicanos, que ganarán más asientos en el Congreso este otoño, ni siquiera creen en la evidencia científica, creen que el calentamiento global es una invención de propagandistas profesionales y almas frágiles.
Ante esta situación, Obama está planeando emitir una orden ejecutiva, que no tenga que pasar por el Congreso, para que la delegación de Estados Unidos en París pueda firmar una carta de intenciones políticas, donde se señale a los principales responsables del calentamiento global.
Esto le salvará cara a la administración norteamericana, pero carecerá de un carácter vinculante que obligue a la disminución de las emisiones.
Los chinos, medalla de plata en cuanto a contaminación mundial, se lavarán las manos, con el argumento de que ellos también tienen derecho a industrializarse, como lo hicieron los occidentales antes que ellos. Los países más pobres seguirán diciendo que ellos no son responsables (y es cierto) del deterioro ambiental.
En este tema, desafortunadamente, no existe hoy un sólo líder político en el mundo que impulse con fuerza la agenda ambiental.
Ninguno. Al parecer tendremos que esperar a que empiecen a brotar guerras por comida o a que inicie el éxodo masivo desde las costas a las tierras altas para que tomemos este asunto con la seriedad que merece.