El padre le preguntó y él lo contó con detalles.
Refiere la leyenda que Zeus no sólo lo fulminó con su rayo sino que lo envío a los infiernos y lo condenó por toda la eternidad a empujar una roca hasta lo alto de una montaña, pero apenas se aproximaba a la cumbre la enorme piedra, caía por su propio peso. Y Sísifo repetía su tarea una y otra vez, ad eternum.
Una y otra vez, ¿cuántas veces lo intenta el atleta, cuántos años para paladear una gota de miel de la victoria por toneles de acíbar de la derrota?
En 2004, hace diez años, Mebrahtom Keflezighi, estadunidense de origen eritreo, ganó la medalla de plata en el maratón de los Juegos Olímpicos de Atenas. En 2009, la alada victoria le hizo un guiño y le dio el oro en Nueva York. Ayer, a sus 39 años de edad, conquista el triunfo en el tradicional maratón de Boston.
Qué difícil actividad, tan difícil como la de Sísifo, una y otra vez, con la persistencia de la gota de agua que horada la roca. Dos victorias de jerarquía en diez años, pero, ¡cuántos años atrás empezó Keflezighi a entrenar con dureza en una competencia de ingente dificultad y dureza?
¡Cuánto tiempo se necesita invertir con el fin de escalar al podio en un certamen de elite? ¡Qué empuja al competidor a la lucha? ¡La alegría de entrar a los terrenos de lo imposible!
En Atenas, Mebrahtom Keflezighi corrió en 2:11.29. Lo superó el italiano Stefano Baldini(2:10.55), y a la vez superó al infortunado brasileño Vanderlei de Lima (2:12.11), quien iba de líder hasta que lo abrazó aquel loco irlandés de nombre Neil Horan. Circunstancialmente, Keflezighi ocupó un segundo lugar.
El 14 de enero de 2012 dominó la maratón de Houston en 2:09.08, el tiempo más rápido de su vida. Y ayer mejoró su marca personal al cronometrar de Hopkinton a Boylston Street, cerca de Coplay Square, 2:08.37. Le arrebató 31 segundos al reloj.
Un registro que, por cierto, no le representa ninguna garantía de nada en competencias ante los grandes astros de la resistencia excepto que el general Clima, calor, humedad, viento (lo más adecuado sería tal vez general Meteoro) y la brizna aleatoria que existe en el deporte, la conjugación de las condiciones y acontecimientos de la competencia.
La cruda realidad es que, en el deporte, el éxito, por mucha constancia, esfuerzo, deseos de triunfo, concentración mental, no se le garantiza a nadie.
El éxito que conquistó ayer refleja la acerada voluntad por competir en una actividad no sólo impredecible por la relación de esfuerzo-distancia, sino empapada de drama porque, como en ninguna otra, se aprecia en forma tan cruda la crueldad de la lucha.
Lelisa Desisa, el monarca defensor y Dennis Kimetto, vencedor de Chicago, abandonaron. Y Ryan Hall, la joya de la resistencia de Estados Unidos, el hombre más rápido de América, cuarto lugar en Boston en 2011 (2:04.58), fundió su cuerpo mas no su espíritu, terminó el recorrido en dos horas con 17 minutos y 49 segundos.
Naturalmente estos dos atletas, Kefle y Hall, de 39 y 32 años, van más, por más kilometraje, por más lucha, ante la feroz manada de los leones africanos, que, probablemente, los va a devorar dentro de dos años.
Fuente: Excelsior.
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