|
Repentina y accidentalmente, uno de los pequeños cae del techo y muere.
Espantados, los niños se alejan corriendo y sólo Jesús permanece en el lugar. Ahí lo encuentran los padres del pequeño, quienes abrazan el cuerpo de su hijo y acusan a Jesús:
-Fuiste tú, tú lo empujaste -dice la madre sollozando, mientras el padre se acerca amenazante al hijo de María y José.
Jesús levanta la mano marcando el alto al padre de su amigo y, mirando al cuerpo exánime, le dice en voz alta:
-Simón, Simón, levántate y dinos si yo te hice caer.
Ante el asombro de los padres y de laspersonas que se habían reunido en torno al cuerpo inerte, Simón se levanta y dice:
-No, Jesús, no has sido tú, yo tropecé ahí arriba y me caí.
Y todos vitorearon a Jesús y glorificaron a Dios.
Este y otros milagros atribuidos a Jesús durante su niñez no tienen reconocimiento oficial de la Iglesia Católica porque la infancia de Jesús es de lo menos documentado en los Evangelios canónicos. De hecho, sólo Mateo y Lucas mencionan brevemente esa etapa de la vida del Mesías y después del episodio en el templo de Jerusalén, cuando Jesús asombra a los doctores de la ley por su sabiduría, los Evangelios no se ocupan más de él, sino hasta el inicio de su vida pública.
Y como suele pasar cuando no hay información oficial, en este caso de los Evangelios canónicos, surgen versiones extraoficiales y especulaciones. El Nuevo Testamento cuenta el nacimiento de Jesús en un pesebre de Belén, el previo peregrinar de sus padres en busca de alojamiento, que escaseaba a causa del censo ordenado por el emperador romano César Augusto, la adoración de los sabios (reyes magos) llegados de Oriente y la huida a Egipto para salvar a Jesús de la muerte de niños ordenada por Herodes, temeroso de ser despojado de su trono.
Los Evangelios canónicos no dicen mucho más sobre los años de infancia de Jesús. Y el vacío narrativo lo llenan en cierta manera los evangelios apócrifos que registran supuestos milagros como el anotado al principio de esta columna.
Otro milagro muy difundido es el de los pajarillos hechos de barro por Jesús, que adquieren vida y salen volando y gorjeando. Este hecho deriva de que Jesús hizo las figuras en sábado, día en que no se permitían actividades de ese tipo, y al ser acusado por quienes vieron la hechura de las figurillas, José -su padre humano- lo reprende y Jesús ordena a los pajarillos que desplieguen sus alas y se vayan, ante el peligro de ser destruidos.
Un milagro menos conocido es el que hace Jesús para ayudar a su padre, José el carpintero, quien necesitaba dos maderos del mismo tamaño para un trabajo importante, pero uno de ellos era menos largo que el otro. Jesús le dice a José que tome el madero corto y que ambos lo estiren, tirando cada quien de un extremo. Así lo hacen y milagrosamente el madero se estira y queda del tamaño requerido.
CASTIGOS MORTALES
La principal fuente apócrifa de lo que en ciertos círculos se denomina la “vida oculta de Jesús en Nazaret” es el Evangelio de la infancia de Jesús según Tomás. Este describe episodios prodigiosos de un Jesús que resucita niños y cura a enfermos y heridos, pero por momentos asume actitudes que recuerdan al Dios punitivo del Antiguo Testamento, quien castiga severamente los pecados de los hombres.
Así, en el mencionado evangelio apócrifo, ante las agresiones de otros niños o las actitudes autoritarias de adultos, Jesús las responde con alguna maldición que lleva a la muerte al agresor.
El escrito de Tomás dice en el prólogo: “Yo, Tomás el israelita, he creído necesario dar a conocer a todos los hermanos gentiles aquellas cosas que nuestro Señor Jesucristo hizo tras haber nacido en nuestra región de Belén en la aldea de Nazaret”.
Aunque apócrifo, el evangelio de Tomás sobre la Infancia de Jesús tuvo notable popularidad en los primeros años del cristianismo y así se mantuvo hasta la Edad Media.
El apócrifo ha suscitado interés en este siglo, si bien a menudo ha sido denigrado por los episodios punitivos que ofrece y ha sido asociado frecuentemente con ambientes heréticos. Como sostiene Reidar Aaasgaard, “en los más recientes análisis sobre la historia, fe y teología del cristianismo primitivo, el apócrifo prácticamente no juega ningún papel. Ha sido, por tanto, un huérfano desamparado en el ámbito de los estudios sobre los primeros cristianos, una suerte que no merece en absoluto”. (The Infancy of Jesus. The Apocryphal Infancy Gospel of Thomas, versión española de Ediciones Sígueme, Salamanca).
En mi opinión, sí es posible que en su infancia Jesús haya protagonizado hechos milagrosos, pero la iracundia que se le atribuye en otros sucesos es discordante con la conducta que se documentó evangélicamente durante la vida pública del Mesías y su prédica sobre el amor, la bondad, la misericordia y el perdón.
POR EDUARDO R. HUCHIM
COLABORADOR
@EDUARDORHUCHIM
Fuente: HERALDO DE MEXICO.
[Regresar a la página principal] |