Noticia publicada a las 02:51 am 30/11/25

Por: Vicente Avendaño González.

Recientemente, vimos los diversos desfiles alusivos a la Revolución Mexicana en todo el país, sosteniendo que fue una lucha heroica donde el pueblo se levantó en contra de un régimen autoritario y que gracias a ella se formó un gran país, ante esto, ya son muchos los intelectuales e historiadores que sostienen que esa guerra civil fue impulsada por Estados Unidos

debido a discrepancias con Porfirio Díaz, pero más allá de eso, es algo totalmente falso que los pobres se hayan reivindicado, esto lo explica muy bien el ganador del Premio Cervantes Carlos Fuentes.
Las maravillas de la Revolución son una falacia, tanto como la que señala que nuestro sistema de salud es mejor que el danés, por solo señalar un ejemplo de los absurdos que hemos escuchado en los últimos años.
Aparte del mal contexto nacional en que vivimos, tenemos esta tendencia mundial de la posverdad, la cual hace que no se pueda distinguir claramente entre lo que es cierto y lo que no, esto debido a la abundancia de información en la red y el bajo intelecto de la mayoría de la población.
Resulta que este año coincidió el aniversario revolucionario con el Día Mundial de la Filosofía, instituido por la Unesco el tercer jueves de noviembre.
En cuanto a la utilidad de la filosofía se ha escrito mucho, grandes pensadores hablan de los temas que dan un sentido último a la existencia humana, pero eso es algo demasiado alejado de las masas, cuya ignorancia no las exime de la necesidad de buscar un conocimiento que les dé una reflexión a sus vidas. Ante eso es que surgen las figuras de los couches, brujos, adivinos, promotores de la superstición y todos aquellos que dicen tener conocimientos profundos, pero que no resisten un análisis científico y serio, pero tienen pinta de ser filosofía.
Retomando el concepto de la posverdad, es sumamente peligroso que cualquiera pueda afirmar cosas manifiestamente fuera de la realidad y éstas sean creídas por una buena parte de la población, inclusive la mayoría de un país, pese a esto la misma realidad desenmascara todo esto, muy tarde a veces y cuando “la sangre ha llegado al rio” y es lo que precisamente debemos evitar. El gran problema es que la gran mayoría de la población no le importa la filosofía, es más, ni siquiera sabe leer bien o tiene un nivel aceptable de comprensión, con lo cual la ciencia dedicada al “amor a la sabiduría” se ha vuelto algo sumamente raro y pocos individuos conocen, lo cual me recuerda los tiempos en que exclusivamente una minoría muy pequeña de la población sabía leer y los demás vivían bajo el dominio de la superstición, la religión y las monarquías. Haciendo un análisis comparativo podemos decir que estamos llegando a un estadio no muy diferente al del medievo, aun con internet e inteligencia artificial, elementos que -mal usados- podrían ser el nuevo teocentrismo que condenó al estancamiento intelectual de la humanidad por mil años.
Las grandes enseñanzas de Aristóteles, Descartes, Kant, Heidegger, Wittgenstein o Sartre parecen desdibujarse ante cualquier influencer que se viste de manera sensual, llen@ de filtros y que dice cualquier banalidad que a muchos les parece algo grandioso. De ese tamaño son las grandes deficiencias intelectuales de nuestro mundo donde la disciplina y la cultura del esfuerzo se debilitan ante una ideología “progre” que censura, masifica y no aporta al verdadero humanismo y a la civilidad.
Lamentablemente, pasarán muchos años o décadas antes de que México y el mundo vuelvan a valorar el conocimiento y la filosofía, sin embargo, me quedo con el consuelo que, inclusive en los tiempos más obscuros, siempre habrá quien quiera difundir el conocimiento y promover la reflexión. Hasta la vista.
@vicente_aven; 2225647505

Fuente: Sol de Puebla.

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