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El petate del muerto
Noticia publicada a
las 01:17 am 15/09/19
Por: Gerardo Hernández.
Andrés Manuel López Obrador capitalizó el abandono de las obligaciones del Estado en materia de seguridad, justicia, salud y bienestar, así como el desprecio social hacia la clase política y los partidos tradicionales para hacerse con el poder y controlar el Congreso. De momento no existe una fuerza organizada capaz de afrontar a uno de los presidentes más fuertes y legitimados. Los grandes capitales y los conglomerados mediáticos se han alineado a la Cuarta Transformación, forzados por las circunstancias.
El populismo asusta al statu quo, pero propició su regreso. La concentración de la riqueza, el desencanto por la democracia representativa, la debilidad de las instituciones y la indignación ciudadana por la corrupción y la impunidad muestran el fracaso del modelo neoliberal. En países no democráticos, los jóvenes pusieron en movimiento los engranajes del cambio. La Primavera Árabe, iniciada en 2010, terminó con tres de las dictaduras más longevas (Túnez, Egipto y Libia).
En América y Europa, la crisis financiera de 2008 exacerbó el enojo ciudadano por los recortes presupuestarios y los sacrificios impuestos. Las protestas en las principales capitales pusieron contra pared a los gobiernos neoliberales. De acuerdo con Oxfam Internacional, el 82% de la riqueza generada en 2017 terminó en las manos del 1% de la población del mundo. Para Winnie Byanyima, directora del organismo, “el boom de millonarios… no es un signo de prosperidad de la economía, sino un síntoma del fracaso del sistema económico” (Radio Francia Internacional, 23.01.18).
Protestas multitudinarias alrededor del mundo se han entrelazado para demandar un cambio político y económico global y mejores condiciones de vida. La mecha la encendió el Movimiento 15-M o de los indignados, el 15 de mayo de 2011 en España, con el lema “Democracia real ¡YA! No somos mercancía en manos de políticos y banqueros”. Sandra León advierte que “Una de las principales críticas a la democracia (del 15-M) fue la falta de autonomía del poder político. La sensación de que la política estaba desprotegida frente a un poder económico que no rendía cuentas en las urnas”. En su primer informe, AMLO presenta como uno de sus mayores logros haber terminado con esa simbiosis.
La protesta de los indignados gestó la movilización mundial del 15 de octubre de 2011 (15-O) en la cual participaron 82 países, incluido México. Ciudadanos y colectivos fueron convocados para “reapropiarse de la política mediante la participación directa en la vida social, política y económica”, y reclamar “una democratización de la economía y de la gobernanza”. También influyó en los movimientos Ocupa Wall Street “contra el poder omnímodo de las empresas y las evasiones fiscales sistemáticas del 1% más rico”, y Yo soy 132, para rechazar “la imposición mediática de Enrique Peña como candidato en las elecciones presidenciales de 2012” (Wikipedia). En octubre pasado, los Chalecos amarillos protestaron en Francia contra el alza en el precio de los combustibles, la injusticia fiscal y la disminución del poder adquisitivo.
En México, el efecto de esos movimientos fue retardado. Peña Nieto ganó la presidencia, impuesto por los corporativos y los grandes medios de comunicación, pero seis años después los indignados pasaron factura al PRI y al sistema, y votaron por el candidato que mejor los entendía: López Obrador. ¿Estará a la altura del reto? Las encuestas dicen sí, por ahora.