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Noticia publicada a
las 12:51 am 30/08/19
Por: Rogelio Martínez Huerta.
Tener un título nobiliario era como una especie de “patente de corso”, en la sociedad colonial en América. Con él se podían tener tierras, aspirar a una dote especial de alguna hija de hacendado terrateniente o poseedor de minas y más. Después entramos a la ventaja de tener hijos varones para obtener la “hidalguía”, detalle curioso. Porque si el azar dotaba al padre de cinco varones, estos se iban a servir a su “señor” y el padre ufano se convertía en un Hidalgo de noble cuna para después.
Cosas del oportunismo de la corte y de la falta de verticalidad moral en los cortesanos.
Pasó el tiempo y cuando se terminaron los títulos de nobleza, llegaron los títulos otorgados de las Escuelas de la Época y un título de Bachiller era tan reconocido como uno de nobleza, pero el tiempo no perdona y por allá por los años de 1910 ser licenciado era tan grande, que no había abogado de la era que no fuera rico y al servicio de los científicos o de los grandes comerciantes, hacendados, sacerdotes, obispos, Etc. Lo trascendente es que el titulo lo era todo en la vida social y en especial, signo de gran distinción en la sociedad de ese instante mexicano.
Hoy títulos sobran, hay cientos de universidades patito que empezaron a funcionar a partir de que el PRI se engolosinó y dio permisos para incorporar a la SEP a tantas, como ocurrencias de facultades surgieron en villanos del PRI, que con la venia del Director de Gobernación en turno y del Secretario de Educación, compraron los permisos y se hicieron multimillonarios gracias a la fantasía de hacer licenciados en lo que sea, total no hay trabajo y tampoco hay voluntad para crearlo en todo México y en Puebla.
Muchas universidades lavan dinero, otras venden los títulos a quienes los compran para aparentar, aunque no los utilicen, otras más no solo NO tienen reconocimiento en el Estado poblano como la UPAEP , que fabrica “líderes “ al vapor, aunque anden sin trabajo por obvias razones.
Hay en Tehuacán universidades que tienen siete alumnos por grupo de cada facultad chafa y eso les permite hacer tratos raros que solo le dejan dinero a los dueños del negocio. Pero a la SEP le vale madre, porque ellos dan educación chafa, pero resuelven el problema de la SEP nacional que no tienen recursos para educar a los alumnos de nuestro país y le dejan el asunto a los negocios sucios de la privacidad, aunque los títulos sean balines y no sirvan por no sostener los conocimientos que se requieren para ejercer las carreras.
Ahora el nuevo gobierno ya no firmará títulos, porque habrá que hacer una investigación pertinente sobre la autenticidad de los servicios educativos. Claro que está bien, pero primero que investiguen la gigantesca riqueza de dueños de universidades que no se sabe de dónde sacaron tantos millones en menos de diez años y si lo desea el gobernador, puede empezar por Tehuacán, aquí hay cuatro o cinco millonarios que venden títulos chafas. Solo basta con empezar y los demás salen solos.