Este asunto obliga a replantear todo el tema del financiamiento a las formaciones políticas, rubro en el cual el país ha gastado en las últimas décadas una montaña de recursos, con resultados más que discutibles: no se ha logrado evitar el ingreso de dineros ilegales; frenar el descrédito de la política ni construir un sistema de partidos fuertes, democráticos y limpios.
Ante el caso Cadena se requiere, de entrada, la aplicación con toda energía del vasto código de disposiciones constitucionales, leyes, reglamentos y normas en general que regulan el ingreso de dinero a las formaciones políticas, el cual, por lo visto, ha servido lo mismo que la aromaterapia contra el cáncer.
Es secreto a voces que en las narices mismas de nuestras pomposas instituciones electorales y de justicia, como el INE y la FEPADE, las campañas de todos los partidos son financiadas en gran parte con recursos gubernamentales malversados o por mafias, ya sean de francos grupos delictivos —el malandraje, diría el filólogo Humberto Moreira— o poderosos empresarios ansiosos de apropiarse de los recursos públicos vía contratos y prebendas.
Ante los escandalosos videos de la ahora ex candidata a alcaldesa de Las Choapas, la FEPADE reaccionó con plausible celeridad. Demostró velocidad su presidente Santiago Nieto Castillo, quien anunció una investigación de oficio. Sí hay delito que perseguir, pues existe prohibición legal para la recepción de dinero en efectivo en las campañas electorales, dijo, y se arremangó la camisa para ponerse a trabajar: citó a declarar a la imputada.
La celeridad en la actuación constituye un punto a favor del titular de la FEPADE, porque ya basta de que los funcionarios simplemente cierren los ojos y pasen agachados aun ante los más descomunales escándalos de corrupción o acusaciones incluso de delitos que se persiguen de oficio.
El dinero que recibió en el primer video —y la posterior promesa de un donativo millonario— la ahora ex candidata morenista, estaba expresamente destinado por quien se lo entregó no a ella ni a su campaña, sino al tabasqueño, a título personal, para sus chuchulucos.
Mal podría ser destinado a una campaña, si el destinatario, al menos formalmente, no se halla en campaña alguna ni para jefe de manzana, aunque, menos por sus dotes políticas que por la obsesión enfermiza que ante él muestran sus detractores, puntea para 2018.
Es cierto. Al igual que en las más perniciosas relaciones de pareja, López Obrador se legitima, sube en las encuestas y se torna incombustible no sólo porque se ha ganado la simpatía de sus seguidores, sino también porque sus adversarios han hecho del afán de combatirlo una causa de vida.
Increíble y patético. Hay quienes han centrado su cotidianidad en el tabasqueño y, ya sea por convicción o por encargo, llevan tundiéndole —exhibiendo mañana, tarde y noche sus inconsistencias, debilidades, vicios y ruindades— los mismos tres lustros que él ha buscado la Presidencia, desde que en julio del 2000 alcanzó la Jefatura de Gobierno capitalino. Más que el propio lópezobradorismo, esos detractores han contribuido a forjar al líder que ahora les asusta.
Por la vía del empeño de desprestigiar al de Macuspana se llegó al episodio de la entrega de dinero a manos llenas a Cadena Sandoval, el cual abre un interrogante que alarma:
Si al dirigente de un partido de reciente ingreso a la arena, un político a quien se impugna desde todos los ámbitos y a quien se ha intentado forjarle peor fama que a Satanás, los empresarios de un municipio modesto le envían semejante volumen de dinero, ¿de qué tamaño deben ser las entregas para políticos mejor posicionados y para los jefes de eso que El Peje llama la maleantada?
Estamos, por donde se mire, ante un montaje; pero si de darle crédito a este episodio se trata, habría que empezar por despejar la incógnita de qué persiguen quienes financian políticos, partidos y campañas.
De los grupos del narcotráfico y la delincuencia organizada en general no hay duda, se trata de una acción claramente delictiva que pretende libertad de acción e impunidad. Pero, tan generosos donantes como los empresarios de Las Choapas ¿buscan apoyar un ideario que consideran el más adecuado para la buena marcha del país o persiguen cooptar el Estado para luego recuperar con creces su inversión, vía el usufructo del dinero público mediante concesiones, contratos de obras, proveedurías y toda suerte de cochupos?
En el financiamiento de la política está la génesis de la corrupción. Porque permite a los dueños del dinero acceder de manera directa o mediante personeros al poder para, por las buenas o las malas, seguir haciendo más dinero. Por lo mismo, el caso Cadena Sandoval tiene que marcar un antes y un después.
No les vendría mal a los mexicanos del común regresar a los tiempos en que la política se hacía por mística y los partidos se las apañaban como podían para financiar sus actividades. La clave está en transparentar —en serio, no de mentiritas— la recepción de recursos. Algo que, en la actualidad, por ineptitud o complicidad, ha sido punto menos que imposible para nuestras autoridades, empezando por los bonachones consejeros del INE.
Si en el actual esquema mixto quienes mangonean los partidos tienen acceso a un río de oro del erario público, y, además, reciben donativos lícitos y de los otros, la inmoralidad que urbi et orbiexhibió Cadena y los casos de independientes que sin grandes recursos han accedido a diversos puestos, indican que ya es tiempo de levantarles la canasta a los partidos y privarlos de las fabulosas partidas del dinero de todos.
Porque el videoescándalo del momento es apenas un pálido asomo de lo que en materia de entrada de dinero a los partidos está ocurriendo a lo largo y ancho del país.
aureramos@cronica.com.mx
Fuente: Crónica.
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