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MÉXICO RUMBO AL PRECIPICIO
Noticia publicada a
las 04:09 am 19/01/17
Por: Juan José Morales.
Una y otra vez, los altos funcionarios del gobierno de Peña Nieto nos piden ser optimistas ante la crisis. Pero uno se pregunta cómo se puede manifestar el menor grado de optimismo ante la situación por la que atraviesa México y las perspectivas más que sombrías para el futuro inmediato; en particular ante la doble amenaza de una escalada de precios derivada del gasolinazo y un aumento de la pobreza y el desempleo como resultado de un paupérrimo crecimiento económico,
que muchos estiman este año será —en el mejor de los casos— inferior al 1%.
Y es que, sin exageración, México se halla rumbo al precipicio financiero. Así lo señala un artículo de Ulises Noyola Rodríguez, catedrático en la División de Estudios de Posgrado de Economía en la UNAM, en un artículo publicado en el número 218 de la revista electrónica Tribuna Comunista. Tan dramática situación —hay que subrayarlo— no es consecuencia de factores externos ni obra del destino o la fatalidad, sino que hacia allá han llevado al país las políticas neoliberales de los últimos gobiernos, tanto priístas como panistas.
Son —señala Noyola— dos los principales factores causantes de la gravísima crisis económica que padecemos, uno derivado del otro pero ambos culpa de los gobiernos. En primer lugar, la deliberada política de destrucción de Petróleos Mexicanos para vender la empresa a precio de ganga, como en su momento se hizo con los ferrocarriles y muchas empresas del Estado. En segundo lugar, por la política de endeudamiento público.
Decíamos que la segunda causa fue consecuencia de la primera porque, al matar a lo que el propio Peña Nieto calificó de gallina de los huevos de oro —es decir, a Pemex—, se desplomaron tanto la producción de petróleo crudo como de sus derivados, especialmente combustibles. Eso no solamente nos volvió más dependientes del extranjero —actualmente más de la mitad de la gasolina que consumimos es importada—, con el consiguiente déficit en la balanza comercial, sino que también redujo drásticamente los ingresos que el gobierno obtenía a través de Pemex.
“La participación del sector petróleo en el gasto público —dice Noyola en su artículo— se redujo de 40 a 13% entre 2008 y 2016, con lo cual, se puso en riesgo el financiamiento de la inversión pública, el presupuesto de los estados y los programas sociales.” Para obtener recursos, el gobierno de Calderón y el de Peña Nieto recurrieron al endeudamiento. Resultado: a la fecha, la deuda pública es ya de 9.38 billones (millones de millones) de pesos. Es una cifra de tal magnitud que quizá no diga nada a los lectores, pero para aquilatarla se puede señalar que equivale a más de la mitad del producto interno bruto de México. O sea, a más de la mitad del valor de todo lo que se produce en todas las ramas de la economía en todo el país.
Lo peor de todo, es que esa política verdaderamente suicida de endeudamiento masivo sólo trajo como resultado una mayor corrupción y el saqueo de las arcas públicas. “La emisión de deuda pública —comenta Noyola— no sirvió para impulsar el crecimiento económico sustentado en una mayor inversión pública, sino que las entidades estatales con un mayor nivel de endeudamiento público estuvieron caracterizadas por tener gobiernos con altos índices de corrupción (Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Quintana Roo y Veracruz).”
Esa es la realidad: se nos está llevando al abismo al colapso económico. Y tercamente, los hombres del poder insisten en mantener ese rumbo porque —dicen— sólo ellos saben gobernar y quienes se oponen a su política neoliberal no son sino populistas y demagogos.