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Clases medias, a la baja
Noticia publicada a
las 03:45 am 09/10/15
Por: Pascal Beltrán del Río.
No cabe duda que el secretario de Desarrollo Social, José Antonio Meade, anda muy activo y está provisto de la confianza presidencial.
Tan es así que Enrique Peña Nieto lo eligió como orador principal de la ceremonia por los 250 años del nacimiento de José María Morelos,
cuando las opciones tradicionales eran los titulares de Gobernación, Defensa Nacional y Marina.
“México no podrá culminar su proceso de modernización si no abate el flagelo de la pobreza en la que aún se encuentran muchos compatriotas”, dijo Meade en el acto efectuado en el Castillo de Chapultepec el pasado 30 de septiembre.
Sacar a muchos millones de mexicanos del pantano de la miseria tiene que ser una prioridad para el Estado.
Mal que bien, mantener a flote a los más pobres –incluso mejorar gradualmente sus condiciones de vida– es una tarea que las instituciones pueden realizar casi en automático por las inversiones que se han venido haciendo y la persistencia del principal programa de la Sedesol, hoy llamado Prospera.
No ha sido muy rápido su éxito e incluso se puede alegar que los nietos de quienes, hace dos décadas, estaban en el Programa Nacional de Solidaridad o en Progresa, hoy reciben la ayuda de Prospera, igual que sus padres contaron con la de Oportunidades.
Tiene razón Meade en lo que me dijo en una entrevista hace tres semanas: con todo y que el nieto sigue necesitando de la ayuda, sus condiciones de vida son mejores a las de sus abuelos.
Sin embargo, desde hace un par de años, el problema ha adquirido una nueva dimensión: no se trata ya sólo de sacar adelante a quienes están en la mayor miseria sino de evitar que aquellos que, gracias a una década de condiciones económicas favorables (2004-2013), han formado parte de las llamadas clases medias se conviertan en nuevos pobres.
En México, unos dos millones de personas pasaron a engrosar la lista de mexicanos con pobreza de capacidades. Simultáneamente, los programas asistencialistas del gobierno lograron mejorar las condiciones de aquellos en pobreza extrema.
Lo segundo es, sin duda, una buena noticia, pero lo primero debiera preocuparnos.
El domingo pasado, Moisés Naim, escritor venezolano y comentarista sobre temas de globalización, publicó un artículo en el diario español El País en el que advirtió que si bien la clase media regional creció de 17% a un tercio de la población en el último cuarto de siglo, “la mala situación económica puede empujar a millones de latinoamericanos a vivir de nuevo en pobreza”.
Agregó: “Políticamente esto es tan inédito como explosivo. La reacción de esta nueva clase media, más numerosa, empoderada, activada, conectada y con mayor capacidad para organizarse ya está creando enormes retos para los gobiernos, que deben responder a la nueva y más difícil situación económica”.
En una cuantificación de los estratos socioeconómicos que dio a conocer el año pasado la Secretaría de Economía, la clase media en México estaba compuesta por 39 millones de personas, de las cuales 23 millones pertenecían a un estrato denominado “clase media baja”.
Formado por oficinistas, técnicos, supervisores y artesanos calificados, la principal característica de este grupo social –de acuerdo con la SE– es que sus ingresos eran “no muy sustanciosos, pero sí estables”.
Es probable que de entre esos 23 millones de mexicanos provenga el grupo de dos millones de nuevos pobres. Esa estabilidad se acabó.
El secretario Meade, el gobierno federal y todos aquellos políticos que aspiren a gobernar el país a partir de 2018 necesitan un plan para regresar la estabilidad de ingresos a la clase media.
Y hacerlo sin dejar de atender a los más pobres. Para ellos, insisto, sí hay una respuesta institucional. En cambio, no la veo para la clase media, que en los últimos años ha sufrido por la merma en sus ingresos.
Es posible que una parte de la inconformidad social que se ve y se siente en México –y que tiene similitudes con la de otras partes de América Latina– esté brotando de la clase media.
¿Qué van a hacer al respecto Meade y el resto de la clase política?