Noticia publicada a las 04:47 am 28/07/15

Por: Miguel B. Treviño.

La forma en que Andrés Manuel López Obrador elige sus batallas es para mí un misterio insondable.

La mesa está puesta para que el principal líder político de la izquierda en México pueda plantear -y soportar con datos duros- la necesidad de una estrategia económica y una agenda social diferentes a las actuales,

y en lugar de ello prefiere defender privilegios de líderes sindicales.

La misma semana en que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) nos dice que en el último trienio en México se acumularon 2 millones de pobres más (que representa también un incremento porcentual con respecto a la población total) en lugar de meterse de lleno al tema, el eterno candidato presidencial prefiere difundir un video en el que, en términos prácticos, se solidariza con la CNTE.

Las estrellas no podrían estar mejor alineadas ni el momento ser más oportuno para quien quiere representar una alternativa desde la izquierda al camino que ha seguido el país por tres lustros.

Tenemos a un Presidente en su nivel de aprobación más bajo; un PRI raspado tras la elección intermedia, un PAN desdibujado que va a elegir a un líder nacional cuyas mayores credenciales son haber ayudado al actual gobierno a sacar sus reformas, estadísticas sociales que evidencian retroceso, en materia de combate a la delincuencia hay estancamiento, en el mejor de los casos; una reforma educativa anunciada con bombo y platillo, pero que lleva tres años en trabajos de parto y una reforma energética que a la mera hora resultó no despertar el entusiasmo que se esperaba entre los inversionistas potenciales.

Frente a este combo mandado a hacer para quien quiera plantear un rumbo radicalmente distinto, la respuesta es:


1. Defender privilegios de quienes no quieren ser evaluados en su desempeño como maestros al servicio del Estado.

2. Atribuir el incremento en la pobreza a la política cambiaria (la depreciación del peso frente al dólar).

3. Resaltar como la consecuencia más preo-cupante del incremento en la pobreza a la probable agudización de la violencia. Que alguien me explique, ¿no tendría que preocuparle la injusticia y la marginación en sí mismas?

El problema sería sólo de López Obrador y el daño su autosabotaje a sus aspiraciones de ser Presidente, si no fuera porque tiene la posibilidad de abrir debates fundamentales para México en este momento.

En materia de política fiscal, por ejemplo, el tema no es sólo si el gobierno de Peña Nieto aumentó impuestos. Lo crucial es discutir por qué si de Vicente Fox a la fecha lo recaudado como porcentaje del PIB ha crecido dramáticamente, los beneficios no se ven.

¿Qué política fiscal necesitamos?, ¿cómo mejorar la calidad del gasto público?, serían preguntas a responder a partir de las cuales abrir deliberaciones sobre alternativas.

En materia de política industrial, ahí están las acereras anunciando recortes laborales en zonas del país de por sí agitadas socialmente, ¿hay alternativa frente a la política de apertura comercial indiscriminada?

Frente al campo, ¿qué habría que hacer para darle viabilidad económica a la vida de uno de cada cinco mexicanos que vive fuera de las ciudades?

En materia de educación, ¿cómo aprovechar la revolución digital para darle formación técnica y luego empleo productivo a jóvenes que hoy no estudian ni trabajan y que viven en los márgenes de las ciudades?

La pregunta que tendría que resolver quien quiere presentarse como la alternativa al actual programa económico es: ¿cómo generar muchos más empleos a como dé lugar?, ¿cómo aprovechar ese bono demográfico que pronto se empezará a convertir en carga?

Pero nada de lo anterior es tema para quien seguramente competirá en 2018 para desbancar a "la mafia del poder".

El asunto importante para López Obrador es que se quiere "privatizar la educación" y hay que solidarizarnos con los maestros que bloquean carreteras.

¿Así o más patético?

@miguelbtrevino

Fuente: Reforma.

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