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¿Enfrentamiento o masacre?
Noticia publicada a
las 05:20 am 29/05/15
Por: Eduardo R. Huchim.
En una escalada de la guerra contra el narcotráfico, Michoacán fue escenario el viernes 22 de mayo de una nueva matanza, ahora de 43 personas: 42 presuntos delincuentes y un policía. La percepción de importantes porciones de la sociedad es que ganaron los "buenos", identificando como tales a las fuerzas federales que dieron muerte a 42 "malos".
Pocos días después se anunció una marcha de apoyo a policías y militares, por su lucha antidelictiva (a la que han sido lanzados irracionalmente por el gobierno). Aun cuando entre los organizadores figuren activistas que son alentados desde el poder, las fuerzas del Estado merecen ese apoyo... si actúan con respeto a los derechos humanos y al debido proceso, lo cual no caracteriza a soldados ni a policías. En esta materia no puede haber distingos: los derechos humanos pertenecen a todos, son connaturales a la persona, a cualquier persona, a toda persona. Sostener y defender su vigencia no sólo es ética y jurídicamente necesario, sino también un acto de autodefensa. Si hoy aceptamos la actuación ilegal de las fuerzas del Estado, mañana nosotros podremos ser las víctimas.
Los 42 "malos" abatidos tenían derecho a juicios justos en vez de ejecuciones como las que aparentemente ocurrieron en el rancho El Sol, municipio de Ecuandureo (inicialmente se dijo Tanhuato), si bien se habla asimismo de ataques con helicópteros artillados. Tiene popularidad el criterio de la mano dura y homicida contra los delincuentes porque -se dice- así actúan ellos. Reiterado y popular, el criterio es erróneo. No es admisible, en un Estado de derecho, que policías y soldados actúen como los criminales.
La nueva matanza de Michoacán forma parte de la serie de masacres ocurridas a partir de la ejecución, en junio de 2014, de al menos 15 presuntos delincuentes en Tlatlaya, Estado de México. Desde entonces se ha generado un entorno en el cual ha estado presente, como jefatura, el número 43.
Después de Tlatlaya vinieron:
• La desaparición, en septiembre de 2014, de 43 alumnos de la Normal Rural de Ayotzinapa, Guerrero.
• La ejecución de al menos 16 civiles desarmados en Apatzingán por policías federales que contaron con apoyo militar, como lo ha documentado la periodista Laura Castellanos.
• Los enfrentamientos en el marco de la Operación Jalisco, cuyo clímax fue la violencia del pasado 1o. de mayo, cuando el Cártel Jalisco Nueva Generación llegó al extremo de derribar un helicóptero militar. En Villa Purificación, escenario de fuertes enfrentamientos, una investigación periodística fijó en 43 -otra vez 43- el número de muertos, sobre cuyos decesos pende una duda: ¿murieron en tiroteos o fueron ejecutados? (A. Osorio y F. Cobián, Proceso, 24/05/15).
La versión oficial sobre los hechos del 22 de mayo, dada por Monte Alejandro Rubido, comisionado nacional de Seguridad, es inverosímil: un enfrentamiento a balazos en el rancho El Sol durante tres horas y al final, 43 muertos -otra vez 43, incluido un policía-, 40 armas decomisadas (lo que supondría que por lo menos dos de los muertos no estaban armados), un federal herido y tres delincuentes detenidos.
Es decir, la puntería de policías y soldados fue tal que en el tiroteo mataron a 42 "malos", no hirieron a nadie, sus disparos fueron mortales. ¿Es esto creíble? No lo es para la lógica y la racionalidad. Tampoco lo es para Epigmenio Ibarra que, además de exitoso cineasta, tiene una larga carrera como corresponsal de guerra en El Salvador, Bosnia-Herzegovina, Colombia y otros países. Escribió Epigmenio en Twitter: "Nunca cubrí un combate donde todos los vencidos resultaran muertos. Imposible creer q todos los tiros fueron mortales. Remataron heridos?". Eso, ejecuciones extrajudiciales, es lo que han señalado organismos internacionales en otros casos.
Y mientras la absurda guerra antinarco se escala, debería estremecernos este escalofriante dato del informe 2015 del Instituto de Estudios Estratégicos de Londres: México es el tercer país con mayor número de muertes a causa de conflictos armados, sólo después de Siria e Irak. ¿Qué sigue?