Básicamente, acusa al Director de dicha institución, de haber abierto las puertas de la institución, con el único propósito de enaltecer la figura presidencial y aceptar con un “siseñorpresidente”, todo lo que el presidente Peña había logrado en los últimos 18 o 20 meses, en materia de reformas estructurales, que no se habían logrado en los últimos 15 años y, que esas entrevistas, en nada contribuyen con la labor central de la institución.
Silva Herzog aprovecha para, además, criticar la visión del Presidente sobre la corrupción, como un fenómeno cultural. Que lo es, también. Y para sostener lacónicamente, la sospecha de que el Presidente, por ese reconocimiento, es un hombre que considera permisivas dichas prácticas, mientras las generaciones no asuman su papel y madurez en el tema.
La respuesta de Carreño Carlón es mesurada. Nada de lo hecho hasta ahora está en contra de la definición legal de las labores de la institución, dice y, aún más, las reuniones hechas incluso con Silva Herzog, prueban que la publicación señera del FCE, Trimestre Económico, sirven para posicionar a la editorial más importante de Latinoamérica, construcción del Estado Mexicano, en el debate y las preocupaciones coyunturales de los mexicanos y del mundo de una manera en la que tengan un impacto y una trascendencia subrayada.
El asunto me parece especialmente significativo. Muestra aquello que Héctor Aguilar Camín ha escrito en un texto esclarecedor. Dijo, hace unos años, que: Vivimos con reflejos del pasado y no hemos alcanzado a construir los referentes plenos del futuro, palabras menos o más.
En efecto, Silva Herzog se queja del uso de una institución para decir que el Presidente le ha ido bien y que ha logrado cosas. Lo hace, dice, con un formato en el que reconocidos periodistas están presentes y con la libertad que está más que garantizada en este país, pero todos aceptan el diálogo. Y lo hace, olvidando me parece, que el FCE ha sido una institución que se creó para abordar temas de coyuntura, en ese momento sólo por la vía escrita, pues era lo único que existía, pero ahora el FCE recurre a muchos otros medios y mal haría el Director de dicha institución en acomodarse tímida y socarronamente a los tiempos en los que las prensas y los diseños de lo impreso pudieran responder a la coyuntura.
Después, mi muy estimado y admirado Jesús, recurre a una falacia: Vean ustedes un hombre probo, acompañado por otros hombres famosamente críticos y contestatarios, le hacen el juego al PRESIDENTE. Ahora resulta que centrar una plática, con las limitantes del medio y de los tiempos, en explicar de qué se tratan las cosas que parece que el Presidente ha hecho bien, es un horror. Y, yo pregunto, ¿lo es porque es un engaño o lo es porque lo hace el FCE?
Nunca oí a mi estimado Jesús criticar los sábados radiofónicos con Vicente Fox, ni lo he leído, a pesar de ser un Silvaherzogfílico, hablar y criticar a sus compañeros de profesión de compartir un espacio en el que todos oyeron con atención porque de eso se trataba.
Pero sobre todo, lo que me parece motivo de reflexión muy especial, como lo he dicho en otras muchas ocasiones, es creer que los mexicanos somos tontos. Alguna vez se dijo que para que México fuera democrático se le necesitaban quitar el verde, blanco y rojo al emblema del PRI, porque la gente votaba por la bandera (sic). Luego el PRI con el verde, blanco y rojo empezó a perder elecciones y los análisis no daban para explicar por qué.
Lo mismo digo ahora, si Silva Herzog Márquez piensa que los mexicanos, porque el FCE hace una entrevista a modo (sic) con periodistas críticos y valiosos, mejorará o empeorará nuestra opinión del Presidente, creo que se equivoca. Que el gobierno use sus herramientas de comunicación y para lo que fueron creadas me parece legítimo y útil. No hay manera de sostener una visión crítica sin información directa de los actores directos. Lo demás y es necesario reconocer, que no hay atajos, ni leyes, ni fórmulas que sean un camino corto al desarrollo y a la madurez de la sociedad. Las democracias nunca han sido más grandes que su sociedad y en los ajustes del papel de las instituciones y de los actores ciudadanos seguimos trabajando todos. Nada menos, pero nada más tampoco.
miguelgoco@gmail.com
Fuente: Crónica.
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